viernes, noviembre 24, 2006

partir de cero.

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Sobre la cal de las paredes alguien dejó escrito
"Te esperaré al borde del abismo"
Algunas veces nos quedamos sin violines, lloramos por los tejados y miles de estrellas se suicidan en nuestras mejillas
Pero no hay tiempo de detenerse a esperar, entonces hay que saber acomodar inquietudes, aprender a mirar por el lado adecuado del espejo, pronunciar su nombre y abrigarnos para quitarnos el frío, señalar nuestras posiciones sin perder de vista la escalera contra-incendios, volver a las costumbres que nos hicieron ser persona, ya sabes de lo que hablo :los amigos, nuestro bar, el cielo que levanta una persiana, intentar que toque fondo el olvido ,comprarnos unos zapatos que sepan bailar los días helados, comer sin alimentarnos de la mano que se abrió sobre nuestros días, escuchar la lluvia sin oír el repique que suena en los tubos metálicos de nuestras venas
Aprender que la vida puede estar en otra parte: sujeta entre las pinzas de los tendederos, en las bandas magnéticas de las tarjetas de créditos, en la cabeza de una cerilla que aun no se ha prendido, en la caducidad de las botellas de vinagre de los centros comerciales, en los columpios azules del aire
Haz aviones de papel con las hojas de los almanaques y lánzalos:
A quien te escriba versos en el dobladillo de tus camisas, a quien te sonría cuando estornudes, a la persona que traduzca el nombre de las calles por donde cruces, a la que te deje sin silencios
¿Me entiendes?
Partir de cero, intuir quien eres en la foto, mirar de frente siempre
Nadie se va a parar a recoger a los caídos
Y si después de todo te empeñas en saltar , al menos habras ganado 30 segundos mas de vida
En la caja negra que encontraron al fondo del abismo se oía:
"Afortunados los que ciego de luz se iluminan"

sábado, noviembre 18, 2006

Puntos suspensivos

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Y aparece detrás de unos puntos suspensivos tirados en las aceras
Y a pesar del ruido del tráfico oigo su voz suavizando mis ridículos temores y hago un triple mortal en el alfabeto que invento con las manos para compartir con ella mis vocales.
Me habla dulcemente y me dice “acompáñame a la panadería”.
Y hace suyo el olor del horno, el del pan y el de la tarta de chocolate
La harina se confunde con el blanco de su mano, salimos y yo noto su pelo lloviéndome en la cara, y a esta ciudad ya no le falta el aire, ni la luz, ni el sonido porque ella está por todas las esquinas.
Nos damos un abrazo y brilla en mi cara todo el oro de los cuentos, pero no veo sus ojos.
Instalamos un balcón en la calle y salimos a volar,vemos la Luna despedirse del agua en un charco y contamos las gotas de lluvia de todos los tejados.
Le pido una explicación para toda esta música
Y yo voy anotando en trozos de piel lo que me ocurre
Y no es porque ella traspase todas las paredes de todas las casas
Ni el cristal de todas las vidrieras
Ni porque penetre en lo más adentro de mi adentro
Es que ella deja su ventana abierta y la amanezco
Es que escribir es mi única forma de encontrarla
Entonces me pide unos versos para descubrirla
Y yo le escribo un poema que se llama tarta de chocolate, que se llama abrazo, que se llama puntos suspensivos.

viernes, noviembre 10, 2006

No estoy soñando

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Pongamos un decorado:
Una terraza a la playa, un jardín soleado, un paisaje con dos palmeras, un mar abandonado
Las olas que saben a su boca,el aire que huele a su nombre
La luz que hace que el cielo cante su propio azul
Y esa persona especial cruzando esta escena en las alas de una canción
Así podemos pensarla, adivinarla, idealizarla,en una playa de leyenda
Podemos seguir adornando esta fantasía, ya me entiendes:
Añadirle más carbón a sus ojos ardientes, más claveles a su contagiosa alegría, y seguir hasta que esta quimera empiece a sospechar de sí misma cuando el despertador suene a las 7 y nos traiga el día y con el lo cotidiano
Mejor pongamos algo más real:
Un motón de libros sobre la mesa, el programa de un cine, dos o tres facturas, una nota con una reunión del colegio
¿Mucho más objetivo no?
Dos personas compartiendo los problemas de la vulgaridad cotidiana
Parecido a una calle en un día de mucha actividad
Sonriendo, escribiendo la lista de la compra, simplemente una muchacha de pueblo que le da una mano a su compañero mientras que con la otra sujeta el carro del super
Ya sabes de lo que hablo; del amor en la rutina, hablo del amor que crece como una flor entre las grietas de la pared, de su sombra dándonos luz, del amor que se otorgan una pareja parada en la cola de un cine
Hablo del amor que guardo en mi equipaje de hombre triste, del amor que puedo dar cuando esa persona encuentre cerradas sus ventanas
No estoy soñando no
Estoy construyendo un barco con la madera desparramada de un viejo y recordado naufragio
Mi costumbre de buscarla.

viernes, noviembre 03, 2006

No fueron buenos tiempos

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Lamentos en la calle, una voz que se rompe, alguien pide un taxi, los dos empapados por la lluvia, las últimas gotas en nuestro rostro ya no eran de agua
No fueron buenos tiempos
"El amor es una moneda" susurrabas en voz baja, éramos inocentes como mascotas
Te quiero, no te marches...
Y empezó a sonar el ruido de los trenes de largo recorrido en el vientre oscuro y frío de enero A veces nos llenamos la boca con los puños para engañar el hambre
A veces partimos el pan en dos mitades y dejamos las dos
Hoy a la vuelta de esos años nos hemos visto, te sientas junto a mi y me das las gracias por las rosas, tomamos café, mueves la cucharilla pensativa, con la misma mano que años atrás te apoyabas inconscientemente en mi hombro , charlamos tan a gusto e incluso nos atrevemos a reír
Hablamos del dolor de los horarios, del colegio de tu hija, de la mía, de aquel perro de lana que criaste, de los ensayos de otras relaciones, de los naufragios, de balcones que dan al infinito
Y nos miramos en unos ojos que nos miran sin manchas, entonces nos preguntamos si valió la pena aquellos tiempos, si aprendimos algo: lo que fueron los sueños, lo que será la vida, o si fue una forma egoísta de escaparnos
Y algo empezó a correr como el agua por nuestra cara
Unas gotas que lavaban los recuerdos, esos que aquella noche lo llamábamos dependencia y ahora vida
Clausuramos nuestro encuentro con un beso, un abrazo, y una paz muy antigua
Y yo siento en el corazón un latido extraño y frío , tan frío como aquel invierno, tan extraño como la rosa amarilla que rechazé esta mañana en una tienda de flores.