viernes, diciembre 28, 2007

y no importa

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Es aguanieve lo que cae en esta tarde fría de diciembre
Su particular manera de cerrar el paraguas y saludarlo, el gesto que le pone al abrir distraida el bolso y ofrecerle un cigarro
Y luego es la sensación de estar solos entre la gente al entrar en una cafetería
La importancia de permanecer juntos es la que los une en una mesa desde donde se oye levemente el sonido de la lluvia. Piden dos cafés y la opción de no elegir silencio
El orgullo de su cara al pronunciar su nombre o recogerse en la intimidad de su voz cuando en su idioma le cuenta que le habla a toda su familia de él, como cuando por teléfono le presentó a su hermana pequeña que en las calles de China sobrevive
Y también es esa rebeldía que lleva certificada en sus labios, su bufanda celeste salpicada por sus hombros, su pelo corto reluciendo en el brillo de la noche, su maleta de viaje siempre abierta. Se le ve tan viva, tan deliciosamente siempre viva
Y no molesta que si él es de aquí y ella de miles de kilómetros, o que hablen idiomas diferentes, porque están por encima de las etnias, de los seres que pretenden ocultarse tras las máscaras de las desemejanzas.
Se miran, se contemplan, se observan.
Y él escribiendo en una servilleta le enseña a corregir acentos, a pronunciar un te quiero con la boca abierta, igual que se abre un abanico.
Se preguntan cosas con la mirada, y siempre opinan lo mismo : somos lo que entregamos
Y es la calle quien le ofrece su mejor sonrisa, y se ríen de las dudas: de la manía que tienen de lastimar por las esquinas de la vida
Tan diferentes los dos. Pero supongo que ya sabes que hay caminos distintos que llevan a sitios parecidos
Por eso se aprietan fuerte y saben hacia que lado tienen que inclinar sus confianzas, y los mensajes de sus ojos los ponen en sus oídos y los traducen, con el descaro que tienen las profecías saliendo de sus bocas
Se rescatan y declaran: “ vámonos de aquí
Y huyen de los mensajes navideños, de la ira de los escaparates, de los humanos que se agolpan a la entrada de los comercios, de la gente que no prometen nada después de sus orgasmos.
Escapan de los caminos señalados de antemano y se dejan vencer por la carga descomunal de sus afectos. Y van escribiendo una historia de amor entre dudosos
Y cuando caminan de la mano infinidad de cosas se ponen a funcionar a causa de ellos.

lunes, diciembre 17, 2007

que sea tranquilamente

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Las reliquias numeradas de un billete de tren archivado entre las páginas de un libro
El calor dejado en un resguardo, una fecha luchando contra el frío
Hay formas de irse y formas de volver
No siempre hay viajes de regreso, y no siempre que se viaja se llega a algún lugar, pero siempre hay lugares intermedios, asientos húmedos en los jardines que nos hacen transitar para inventar el sueño de volver. Si estás sentado leyendo un libro y lees la palabra mar, olerá a mar , y si lees estación, se oirá salir el tren
Palabras que suplantan a la vida y penetran de memoria en su destino, aunque luego las palabras se van y el mar y la estación se quedan
Abrir un libro y encontrar un tique tienes estas cosas . Decían los griegos que los seres humanos se dividen en tres grupos: los vivos, los muertos y los navegantes
Y la conciencia nos dice que hay ciudades guardada en la retina, con un olor a flores que se pudren, con esa intensidad que adquieren los pensamientos en los bancos de los parques , porque sabes exactamente en donde te va a doler
Por eso, si algún día nos volvemos a encontrar, que sea tranquilamente
Tal vez en un pueblo del sur con casas humildes, con su mar alegremente plantado delante de los ojos, o en esa plaza de tu ciudad donde caen en otoño las hojas acorazonadas de los chopos sobre los mosaicos que dibujan el pavimento.
El reloj amable en una torre me dirá que falta poco
Iré contando mis pasos, que dulce será decir tu nombre y seguir caminando hacia tu encuentro, divisarnos tibiamente y quitarnos el frió de la ausencia
Me mirarás regresando, sonriendo en un paso de peatón, prometiéndonos un abrazo cuando un color se ponga en verde
Sentiré el lujo del calor de tu mano por las calles, y como quitándole importancia a estos años apoyaré mi mano en tu hombro al preguntarte por esas gotas de miedo que salpicaron tu salud, o al contar una anécdota divertida, y a tí se te derramará la risa de cada primavera
Las estrechas callejuelas se tomarán la libertad de arrimarnos mientras esperamos el golpe que empuje nuestras bocas.
Sera agradable tomarnos algo en algún bar decorado con fotos de unas fiestas singulares, ya sabemos las costumbres de los sitios en que vivimos, o detenernos en una esquina para decirnos que todo sigue ardiendo como entonces
Amaremos incomprensiblemente a la gente que se cruza a nuestro paso
Le hablaremos de nosotros sin ni siquiera dirigirles la palabra
Será todo muy sencillo y luminoso. Abriremos bien los ojos : los dos ya aprendimos que existen los abismos
Y cuando todavía en sorpresa nos miremos frente a frente; algo dentro de mí en actitud de ofrenda palpitará
Las palabras ya no servirán, solo el gesto de que alcances con tu mano lo que es tuyo

jueves, diciembre 06, 2007

imaginando ventanas

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Han cambiado las farolas de los jardines por unos focos más potentes, de una luz amarilla que ilumina un reino de perturbados
El ojo de una cámara de seguridad vigila todos los pasos
Hace fresco en el patio, con ese viento de poniente que cruza las tardes de los otoños de Algeciras
Ella navega abatida, con una ilimitada huelga de afecto, pisando unos charcos en donde no se reconoce reflejada
Camina buscando un rostro que la mire entre las visitas que entran por la verja de un hospital de salud mental, o tal vez unas manos que le cierren las puertas del invierno
Los silencios le duelen más que las palabras a un corazón anestesiado, perdido en la inocencia de sus sueños, que solo se consuela contando los latidos que le faltan para detenerse.
Nadie hasta ella se acerca, gente que la ignoran igual que a un paseante. Mirándola se diría que se puede naufragar en tierra firme. Y otro día que se cubre de musgo
El relente humedece sus pestañas, en sus ojos el cielo despejado de diciembre garantiza más frío
Dan las siete de la tarde en el reloj de un edifico y suena un silbato, como el de un tren que vuelve a irse
Casi en fila, héroes sin hazañas, historias de pasos derrotados que tratan de conservar su dignidad, y también esos ojos están dejando de reconocer las cosas que suceden a su lado
La sientan a cenar en una mesa. Lo mejor del día : una tortilla francesa con una loncha de jamón york
Intentando comer con un tenedor que sostiene al revés sobre su mano
Tal radicalmente sola y perdida que la presencia de su cuidadora no altera lo más mínimo su soledad. Mastica la comida despacio, con la misma levedad que un hilo de su saliva cayendo plato
Habitación 115, un pasillo larguísimo, recorriéndolo lentamente, arrastrando los pasos, acariciando con la yema de los dedos el relieve de la pared
En su muñeca, una pulsera de plástico que con unas letras escritas a rotulador le aseguran su nombre
En su conciencia, recortes de su vida que a duras penas están sobreviviendo
Y tiene suerte; estos recuerdos se han hecho fuertes porque en algunos momentos de sus años todos sus sentidos reclamaron ser vividos. Son los pájaros cautivos de la mente
Algo así como una pequeña ventana por donde entra el ruido de aquellos días: las lecciones de química y geografía que aprendió en una cama, el balcón en donde él intuía su regreso los días de lluvia, no hacia falta que llamara al timbre, la sorprendía feliz abriéndole la puerta, todo su empeño en cogerle la cintura y envolverse en su oído; así se comentaban sus jornadas de trabajo
También por esa abertura le llega la mirada recién nacida de su hijo primogénito cuando la matrona lo acomodó sobre su pecho
O mucho antes, la tarde que se arriesgó a dar ese abrazo que le confirmó el color de lo que llevaría por bandera
El resto de su historia no existe para ella, se quedó ardiendo en su propio tiempo: la adolescente de la mochila temblando igual que un trozo de piel bajo la lluvia en ese beso eterno que duró un segundo, la pincelada breve de sus veinte años, las dudas que todos sentimos alguna vez, los paisajes secretos que nos levantan los ojos del vacío, el dolor, la verdad, el olor de lo perdido, el profundo arañazo de los celos, la noche del Estrecho y sus delfines
Testimonios de mundos que eran suyos y que su razón ha destruido
Qué escalofrío dan las memorias que se apagan en un instante, y querer recordar sin saber ni que ni cuando ni que cosa
Hace ya tres inviernos que la cordura le quitó el pasaporte, le dio las buenas tardes y la invitó a marcharse
Por eso siempre pasea con su foto de boda en el bolsillo, para defenderse de lo poco que le queda y hablarle, como hablan las mentes desubicadas y misteriosas
Mañana por la mañana bajará otra vez al patio y volverá a mirar con paciencia a algún extraño y le preguntará —como hoy me ha preguntado a mí— si podría decirle a su marido que la llame cuando regrese de trabajar
No sé si estuvo bien o estuvo mal que se me llenara la boca de sies
Con un golpe de agradecimiento movía la cabeza. Para ella la paz debe ser ese recuerdo
Quizás sufriera Alzheimer o estuviese loca, no puedo decírtelo, como tampoco puedo decirte porqué salió el sol de pronto al mediodía
Más bien estaba enferma de futuro, porque sentada en la esquina soleada de un banco, rascándose las manos y con una convencida sonrisa, se puso a esperar. Y es que su frágil mente además le sugiere que todo es posible, y es admirable desear a alguien así, tan inútilmente
También vino a consolarle este jueves, la suave costumbre que tienen las flores de resplandecer en los jardines de los psiquiátricos.

miércoles, noviembre 21, 2007

dejar de ser para ser

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La vida tenía sabor a nochebuena cuando ella contaba historias que temblaban en sus labios.
Los domingos por la tarde planchaba alguna ropa, llenaba el tambor de la lavadora con varias prendas de última hora: un vaso de detergente, el suavizante, etc.
Y mientras tanto bajaba a un bar que hay aquí al lado. Su vieja costumbre de descansar la tarde en el borde de una mesa, siempre arropada por esa debilidad que sienten las tabernas por las mujeres solitarias
Sus zapatos viejos, sus pasos de luto, la resignación apoyándose en su desgastado bastón, su perro orgulloso tendido en su sombra menuda, y su vaso de aguardiente
El reúma que padecía se asociaba con sus recuerdos para exagerar la melancolía y el humo del tabaco saliendo de su boca despertaba soledades.
Al calor de un café en una mesa de madera, algunas tardes, me contaba su vida
Sucesos tristísimos, memorias de canciones de su época, anécdotas de borrachos del puerto, relatos de amores que recorrían las mañanas de su cama, rescatando memorias, ordenando pasajes, con su alma en forma de gato asustado.
Palabras fascinantes que la iban desnudando: ya sabes que hay gente que al hablar se olvida de su transparencia, evocaciones que el tiempo le devolvía, como el mar le devolvió a su marido después de aquel naufragio. Porque aquella primavera se durmió su vida.
Era el año mil novecientos setenta y dos, cuando el Atlántico se dispuso a incrementar su colección de barcos hundidos. Tristes noticias en las radios, rumor de sirenas de pesqueros, un llanto en cada esquina.
La misma historia que contaba mil veces en noches llenas de esplendor y de muerte
Con cuatro hijos tuvo que ponerse a trabajar, limpiando sin descanso en un hotel, con ese coraje terso que tienen las madres rotas
Sus años no tenían guión , o tal vez el guión era ella, quién sabe.
Hoy al pedir un café , Agustín, el camarero, moviendo la cabeza me hizo un gesto concluyente. "¿Ya sabes lo de Carmen... ?"
Hoy te recuerdo así: dándole la espalda a tu casa , a tu noble perro labrador, a tu huerto expropiado por donde pasará el tranvía
Y te pones frente al mar y te lo llevas todo cargado de nostalgias, porque esa muerte, solo tuya , ha venido a reemplazar tu antigua herida
Su calle , daba a cualquier callejón
Su corazón, tras los barrotes , a las marismas
Bebía y fumaba más de la cuenta, pero su presencia en este bar , no la cambiaría ni por el mejor salón de té de París.
Con una copa de vino cargada de cipreses he querido imaginar el argumento de sus días, con palabras que no me atrevo a ponértelas por escrito.
Una canción suena al otro lado de la barra, música de sueños que al no cumplirse se degradan
En el cielo una bandada de gaviotas grises y la dulce costumbre del sol de poniente.
En mis gafas un rocío imprevisible, como de haber llorado

viernes, noviembre 09, 2007

confesiones

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La luz de noviembre se oscurece de pronto en la barriada donde eché mis raíces. Me ocurre a veces que después de una semana de trabajo conduzco hasta perderme en el viejo trayecto de una casa con el perfil de la infancia. Faros que alumbran una fecha, y han venido hasta mí las viejas callejuelas de esta ciudad para recordar ese tiempo, porque todo aquí se llama respirar. Calle San José nº 28. La sombra de una casa que ya no existe, con dos ventanas que miraban al mar, porque las casas de hoy en día se fabrican mirándose a ellas mismas. Y me viene a la memoria los colores confusos que uno recuerda de los ocho años. Una voz que me levanta de la cama para llevarme de la mano al colegio, el lucero del alba en mi maleta y ella vestida de su tiempo me besaba. Eran los días del primer televisor en blanco y negro, en una habitación que se calentaba con la lumbre de una estufa de carbón. La nochevieja, el brindis con anís para recibir el año nuevo, las doce campanadas, la originalidad de la escasez apoyada en el mantel de hule de una mesa. Mi amigo Juan, el beso de Rosario, el abuelo Miguel, que pasó su vejez sentado en una silla de enea , ligeramente solo, mirando una ventana. Los rostros conocidos de los que ya no están, los que vamos señalando con el dedo en una fotografía familiar. Después llegaría el paisaje claro de mi tiempo, como vienen las cosas que son inesperadas. Las ropas manchadas de adolescencia volando en la azotea, las libertades asomándose a una playa que tenía nombre de muchacha. Mis cuatro años en un internado convertidos en amenazas, donde la física y la química convivían con unos trajes de sotana que no aceptaban el trato de la vida rebosante. Mi sueño adolescente fracasando en la boca de esa gente. La vida rutinaria de esos años, los trenes de cercanías , las tardes de los sábados, la complicidad que compartían las calles con nosotros .Y así crecí sin prisas, sin hacerme notar. Y el mar siempre presente, pidiendo la palabra, llamando la atención. ¿Y para que mentirnos? también he vivido en algún mundo imaginario . Y no es culpa mía, porque yo he visto crecer pinos encima de las dunas, he visto caer la nieve en la meridional provincia de Cadiz, he visto llover primaveras en unos labios que no me pertenecen.  Y puestos a confesar te diré: que la hierba que creció en este rincón tan mío surgió de algún encuentro, que algunas veces la lluvia se me clava en el costado izquierdo. Que sería mas feliz si no viese la tristeza que habita en las cosas .Me siento afirmado en una parque y en una estación de tren. Me dan miedo los arcos tensados sobre los hombros, los lagrimales que están a punto de secarse y las bolsas de basura pintadas de verde 
Hay dias que me apuntan con una pistola, pero son mas frecuentes los que soy yo el que busca la bala. Nunca he llegado a comprender el chantaje del tiempo, ni el misterioso infinito que esconde una mirada. Cuarenta y tantos años, y para sobrevivir sigo cosiendo en mi almohada los sueños que me laten por dentro. Y conforme pasan los días la criatura que hay en mí, se agranda, me recorre las arterias, y se asoma a mis ojos para mirar por ellos. Sigo siendo el mismo de siempre : mi trabajo, mi poco tiempo libre, mis libros .El que sigue apoyándose en los viejos barandales del muelle. Y me siguen doliendo los brazos al recordar a los tuyos.

lunes, octubre 29, 2007

princesa

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La puedes reconocer fácilmente: va vestida de verde con una estrella posada en su flequillo , tiene el mes de junio entre los ojos, y tiene el coraje de decir nuestro nombre sonriendo.
Su belleza se descompone en colores, como todos los cuerpos con la luz
Alguna vez desciende de donde habita y con el mismo brillo que miran los ojos de las hadas te pregunta por una dirección, o cómo se llega al parque mas próximo
Con una sonrisa leve, porque siente debilidad por los columpios, por subirse a un tobogán y deslizarse suavemente con las piernas colgadas en el aire.
Y entusiasmada los niños la descubren, y juegan en espacios que a nadie pertenece.
Ella se abre y se cierra, y hay algo infantil en sus manos aferradas a las cadenas de un columpio, y mientras se balancea les va contando cosas , con la lógica aplastante que esconde detrás de sus ojeras.
Porque ella apenas duerme, porque le duele la conciencia cuando a los demás nos duele la cabeza
Cuando se acaba el día las gaviotas la encuentran ; cansada y recostada en la orilla de la playa. Antes de irse a su hogar se detiene para despedirse de las calles, porque quiere verlo todo. Y se marcha tatareando canciones que a todos les aprieta el corazón
Y la gente la mira: tan menuda , tan dulce, tan tibia la sonrisa de sus ojos.
y mientras camina no se hace de noche casi nunca , porque le va prestando su luz a las aceras
Apenas sabe del mundo, nada más que por las cosas que yo le voy escribiendo. Las veletas y las antenas son sus únicos paisajes.
Si alguna vez traspasas las lindes de la noche, y de tus labios tan solo sale un triste humo
Invócala, porque ella está por donde tú naufragas : en la soledad mas ancha, en tu mar inalcanzable
Ella : la que va soltando lastre para no hundirme , la que administra mis pequeños recuerdos para pasar la noche de los viernes o de los sábados, la que me cuenta secretos que están justificando mis días de trabajo.
Ya verás que escaleras tan altas y tan azules estoy construyendo en las fachadas de las casas , para subir a verte , para sentarnos en las chimeneas, junto a las gárgolas, como en los viejos tiempos, y seguir hablando los dos de nuestras cosas.
Para que en conversaciones de miradas lentas, como siempre, le dictes a mi lápiz lo que siento. Princesa de los tejados.

viernes, octubre 19, 2007

puntos suspensivos

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Y aparece detrás de unos puntos suspensivos tirados en las aceras
Y a pesar del ruido del tráfico oigo su voz suavizando mis ridículos temores y hago un triple mortal en el alfabeto que invento con las manos para compartir con ella mis vocales.
Me habla dulcemente y me dice “acompáñame a la panadería”.
Y hace suyo el olor del horno, el del pan y el de la tarta de chocolate
La harina se confunde con el blanco de su mano, salimos y yo noto su pelo lloviéndome en la cara, y a esta ciudad ya no le falta el aire, ni la luz, ni el sonido porque ella está por todas las esquinas.
Nos damos un abrazo y brilla en mi cara todo el oro de los cuentos, pero no veo sus ojos.
Instalamos un balcón en la calle y salimos a volar,vemos la Luna despedirse del agua en un charco y contamos las gotas de lluvia de todos los tejados.
Le pido una explicación para toda esta música
Y yo voy anotando en trozos de piel lo que me ocurre
Y no es porque ella traspase todas las paredes de todas las casas
Ni el cristal de todas las vidrieras
Ni porque penetre en lo más adentro de mi adentro
Es que ella deja su ventana abierta y la amanezco
Es que escribir es mi única forma de encontrarla
Entonces me pide unos versos para descubrirla
Y yo le escribo un poema que se llama tarta de chocolate, que se llama abrazo, que se llama puntos suspensivos.

*Gracias a ti, Edurne , porque pintas historias de lugares y de gentes, o simplemente porque tus letras tienen por destino el fondo de los ojos

domingo, octubre 14, 2007

palabras

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Ella me reconoce entre la gente, se acerca y me sonríe mar adentro, porque ella siempre sonríe con reflejos de corales a quien la mira. Y con su mirada brillante me pide una palabra, una frase, o una expresión.
Yo le digo lo primero que se me ocurre. No sé... le digo calle, le digo semáforo, le digo zumo de naranja.
Entonces me toca la espalda; como si fuera tierra, como si fuera agua , como si fuera árbol . Me abraza, me acuna en el aire, me da las gracias , y yo me siento dichoso entre sus ramas
Después se acaricia la espuma que la cubre. Comienza a recoger las palabras, sale corriendo y las va depositando: en los quicios de las puertas, en la pequeña terraza de unos ojos, en el abrigo colgado de una percha o en el ribete de un sujetador.
Y tiene los dedos cada vez más sucios de ir retirando el polvo de los buzones de las casas deshabitadas, para que pueda entrar la luz en los sueños de los domicilios que regresan de un olvido.
Porque ella sabe elegir bien lugares donde entregarlas; sabe taparle la boca al tiempo y a los relojes.
Y con todas esas letras, va regalando frases por las calles. Deletrea las palabras poco a poco. Y los nombres de la gente los pronuncia mezclados con abrazos , o con estrellas de mar.
Dice Juan y le agrega "arena blanca" o dice Marta y lo combina con "luz del mediodía" o con no sé qué de la
lluvia.
Llena la cesta de la compra de una señora con todas las conjugaciones del verbo besar y a la mujer le parece imposible. A una esposa le dice una palabra preñada de una frase, se lleva la mano al vientre y se sonroja.
Y nadie comprende muy bien lo que les pasa, tiemblan y se asombran, hacen tonterías, se ríen y les encanta, y se llevan prestadas las palabras.
Y cuando ya ha ofrecido casi todas, me busca otra vez por los viejos adoquines de una calle. Porque ella sabe encontrarme, porque vuela mucho mas rápido que yo.
Me mira , me sonríe , se despeina dulcemente , y con la boca llena de pájaros o de almendras, me besa, y me dedica en los labios la palabra "arco-iris". Y la última que le queda " rosa",
la deja creciendo al lado de mi nombre.
Y se va caminando, y desde el horizonte hasta sus ojos va dejando vocales encendidas para que yo las vea.
No sé nunca que dirección toma, ni cuando volverá a por más, pero
sí sé que le gusta su destino.

domingo, octubre 07, 2007

La tormenta del otro día...

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Serían las siete de la tarde cuando salí con mi perra, un poco menos de media hora antes de la tormenta.
Entre la fría humedad de los faroles y cruzando por las traviesas mojadas de un tranvía, llegamos a un descampado que se consume rodeado de edificios.
Hay lugares y caminos que prefiere por rutina, y un ladrido que agradece mi costumbre de llevarla a pasear por los espacios abiertos.
Mientras ella se detiene en el bienestar de una farola, yo enciendo un cigarillo y hablo con María sobre el precio de los guisantes, de la ultima ministra del gobierno o de las vergüenzas y los ascos cotidianos.
Los perros se despiden, y nos despedimos nosotros.
Por el paseo: el ruido de unos pájaros que huyen, y las primeras gotas que empiezan a dejar huellas en las cabezas de unos niños.
Una hoja amarilla charlando con el viento en un bordillo me advierte que hace frío, que el otoño ha entrado ya por los charcos de la calle.
Los tejados lagrimean, lagrimea un sauce llorón que crece solitario y recogido, en un parque urbano cerca de la autopista.
Hay un presagio y un significado: en el silencio de los gatos sobre las azoteas, en el viento de poniente que escribe historias en mi pelo, y en el insólito temblor de un cielo que se rompe en las vidrieras.
Mientras una lengua me lame las manos, yo busco apresurado una suerte de refugio. Y lo encuentro, en la hospitalaria manera que tienen los soportales de cobijarnos cuando el tiempo está lluvioso.
Y llueve fuerte, la gente tiene miedo y cierran puertas y ventanas y abandonan a su suerte las flores de los balcones.
La corriente arrastra todo: neumáticos, contenedores, árboles, hasta un cartel descolorido de un político sonriente.
Los ancianos como estatuas miran por las ventanas y piden ayuda a los bomberos.
Un coche de policía sin tarjeta de embarque empieza a tener vocación de barco hundido.
Y es que nadie puede asumir ninguna responsabilidad cuando la venganza de la lluvia nos enseña lecciones de medio ambiente.
No sé ni como pudo mi perra escaparse con la que estaba cayendo, ni el empeño que dedicó para salir corriendo y atravesar una acera. Pero lo cierto fue que encima del capó de un peugeot , con la cabeza empinada y con el hocico apuntando al cielo, se puso a ladrar y a discutir con las nubes. Al rato vino empapada, con el corazón caliente, asustada y con el cuerpo oliendo a relámpago.
Nadie mas se enfrentó con la tormenta.
Ella se declaró sin fuerzas, y pedía con modestia un poco de comprensión: pensaba que era posible convencer al temporal .
Increiblemente dejó de llover, y no presume por ello, solo quiere que la entiendan.

* Se entienden bien la naturaleza y los animales.

sábado, septiembre 29, 2007

materia de sueños

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-Juan tiene 15 años, está loco por Patricia, pero ella está bailando con Pedro , amigo de ambos.
La música es preciosa y se le mete en el alma
Hasta entonces Juan no sabía que se pudiera sufrir tanto. Hay un contraste entre ese dolor y la belleza de la canción: se está formando su sensibilidad.-
Para sentir estas cosas hay que vivirlas, así comprenderemos: la forma que tiene la lluvia de evaporarse , la fragancia a resina que me ha quitado la obra de un campo de golf en la barriada donde vivo, o el trozo de paisaje que le ha correspondido a una gaviota que se ha posado en mi ventana
Pero sobre todo hay que salirse de la dictadura de la cobardía que lo distorsiona todo. Necesitamos abrir los cerrojos de las puertas, para que pase el mar y ocupe la cocina , una cama, o la mesa del salón. Para que navegen los barcos que algunas veces construimos en ligeras conversaciones de café
Exígele a tu pensamiento que te enseñe a distinguir : un avión de un vuelo de cigüeñas, el sol de la luz artificial. Y cuando veas un resplandor sepas si podrá darte algo mas que sombra, para que intuyas si se apagará con un triste redoble de tormenta, para que despuebles de dudas las habitaciones de tu casa
Y todas las respuestas las encontrarás cuando empieces a soñar: cuando recorres todos los mapas, cuando viajas a ese punto remoto donde anidan las verdades, en el lugar donde el corazón pregunta lo que siente, y de la mano lo llevas al rincón mas querido de todos tus deseos. Hasta que una certeza en forma de poema te cierra despacio los ojos y unas manos artesanas te van acariciando y te duermes: en una conversación, en una fecha, en las palomas mensajeras que vas enviando a los sueños de otra gente
Es la magia de la noche que va buscando ilusiones para entrar en las casas, para ofrecerte ese trozo de ti que te hace falta
Después vendrá la mañana y te amanecerá el cuerpo y quizás sepas entonces lo que sientes
Por eso siempre me tumbo en el tejado, para verla llegar volando por los aleros de mi casa, en las nubes que viaja cada noche. Por eso tengo esa costumbre de morirme todos los días enredado en sus alas, en un jardin de tejas, mirando las estrellas.

viernes, septiembre 21, 2007

para no olvidar

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Mi rostro crea un gesto diferente cuando ella pasa cerca , es posible verla andar por las aceras pisando la incipiente luz del día con demasiadas cosas escritas en la piel.
Su deber diario es un cierto paseo hasta un ambulatorio : es el precio de la vida y sus excesos.
Yo conozco sus labios manchados de tabaco, su ropa cansada de equipajes, su piel gastada y el tono bajo de su voz. A veces hace un esfuerzo me sonríe y me habla.
Me cuenta que aún no está curada del todo, que no hay puentes que la lleve a ser la que era, que el presente le ocupa mucho espacio porque en sus venas se multiplican los inviernos del precipicio donde vive.
Y va reptando por la vida con las lagunas que desbordan sus defectos , con ese misterioso olor a supervivencia que tienen los derrotados.
Y me hace confesiones de triste atrevimiento, al oírla no me queda mas remedio que entender la dignidad del que da un paso adelante enfrente del abismo , la arrogante insolencia que tiene el infinito de caber en una aguja hipodérmica.
Hace ya tiempo que las calles le dieron por desaparecida , porque hay una sentencia escrita en las paredes que dice ; que las miradas no son miradas si no tienen retorno. Y se le ve apenada como una carta del pasado. Y pienso que fui yo quien la esperó en un parque una tarde lluviosa cuando era burbuja de jabón y yo creía ser soplo de aire. Cuando la brisa de los ochenta nos unía en una pandilla y descubríamos que los corazones se expresaban en nuestro idioma, que en los cines de verano siempre era primavera, y que las olas de las playas hablaban con celo de todos nosotros.
Eran noches de estrellas, de prisas, de sobredosis de futuro, de muchachas alegres que tejían alas para un sueño, apostando siempre a echarnos el mundo a las espaldas. Y ahora su justicia es la ley de las bombillas apagadas, de los buitres que vuelan acechándola.
Me confiesa con la mano en mi hombro que tiene miedo, que tiene ya 44 y que tiene miedo. Que no vive en paz, que está sometida a las órdenes de las derrotas, que se viste de vulgaridad para reducirse al polvo que pisamos. Le digo que a pesar de todo seguimos vivos, y poco a poco mi apoyo se va quedando sin mentiras: no hay llaves para una puerta que no existe.
Y trago saliva para abortar mis opiniones antes de que salgan de mi boca.
Un beso , nos vemos, ojalá cambie tu suerte.-
Acelera el paso solitaria y se pierde como un relámpago por en medio de la calle. Y yo vuelvo a ser aquel muchacho silencioso de aquellos años, cuando ella conseguía que yo volviera la cabeza , el que en la pequeña intimidad de un coche, una tarde de invierno, con el solo ruido de la lluvia sobre el techo, una vez la besó.
A pesar de todo la mañana sobrevive gracias a ella. El sol de septiembre resbala por los toldos de las tiendas a punto de abrir, y el amanecer se sienta conmigo en un banco del puerto. Y pienso que el precio que pagamos por nuestros actos algunas veces es demasiado desproporcionado para esa sensación de exilio.
Para salir de este recuerdo comienzo a andar . Veo que cerca del embarcadero hay un jardín que ha transformado en bosque el abandono.
La distancia no es ausencia y para que no cumpla en la indiferencia su condena le voy imaginando este poema .
La inmensa tiranía de quien olvida.

lunes, agosto 27, 2007

pareceres

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Utiliza expresiones como : lenguaje corporal, sinestesia , escenografía, etc.
Sueña con estudiar arte dramático y una de sus fantasías es visitar Buenos Aires. La naturalidad es una de sus bazas. Y vive en el calor de su experiencia, hecha con las ilusiones que habitan en sus libros de teatro. Y tiene la fija idea de que el mundo es navegable.
Este domingo ha tenido una sencilla alegría: ha hecho reir al público de una comedia ambulante en un pueblo de mar tomado por el viento. Cuando terminó la función dirigió su mirada hacia la mía entre la gente. La palabra te quiero despuntaba en mi cuerpo medio roto, como cuando salía del colegio y se le notaba lo feliz que era al verme.
Vestida con su cazadora adolescente me ha dado un abrazo. Y hemos hablado de ella , de las semanas, de los exámenes a la vuelta de la esquina. Y le ha dedicado un adjetivo a cada nombre de cada amigo que ha venido a verla.
Mañana saldrá una reseña suya en un diario local y empezará a soñar muy despacio. Va a ser muy dificil que se le escape la felicidad. Pasado unos minutos, indecisa y alegre se ha abierto paso, ha besado a su madre, ha charlado con sus amigos y ha vuelto la cabeza para mirarme otra vez con los mismos ojos que utiliza el cariño para contemplarnos.
Al pie de una taberna, sobre una plaza cerrada, detenido en una puerta, ha querido buscarme.
-Quiero cenar contigo. Me dice.
Tiene 17 y ya está poniendo en práctica la humana libertad de decidir.
A continuación de la cena, ella con un licor de manzana y yo con una copa de vino nos hemos contado nuestros sueños y poco a poco le hemos ido quitando las alambradas a la Luna.
Sus manos inquietas sobre un vaso de plástico aún mantienen vivos los gestos de la infancia.
Tal vez ella se la única persona que pueda llevarme a cenar a un restaurante de comidas rápidas.
Solo ella tiene la capacidad de picotearme el corazón muertos de risa.

*Y esos pasos corriendo hacia estaciones futuras han llegado a detener por unas horas el reloj de la tristeza.
Y la Luna salió porque ella quiso.

sábado, agosto 18, 2007

sospechas

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Uno sale a la ciudad pensando en la cadencia de un paseo y descubre en el cielo una repentina y sospechosa oscuridad. Unas nubes persiguiendo a un motorista que recorre a toda prisa una rotonda, unas gaviotas que se posan inmóviles en el suelo, un extraño atardecer que va encendiendo la luz del alumbrado, una Luna que ya es escombro a las siete de la tarde
Hay un sol apagado en los tejados, hay urgencia en los pasos de la gente, hay un cielo plomizo perdiendo sus agujas sobre el empedrado que cubre la alameda
Me conmueve la insistencia de la lluvia de ir dándole forma nueva a las cosas, la tenaz música del viento que va peinando las palmeras de la avenida. La admirable paciencia de las gotas que van socavando en las cornisas su viejo empeño de debilitar
Me puedo poner una estrella polar en la cabeza y refugiarme en cualquier bar a esperar que el tiempo escampe o que escampe un corazón lleno de espera. Pedir un cortado o una caña, escuchar las historias personales de la gente cargada de impaciencia, o quedarme observando la suma sencilla de momentos que registran los días de lluvia. Porque también me conmueve: la belleza en el movimiento frágil de unas manos que cierran un paraguas, el esmalte lila de unas uñas que secan unas gafas, el mojado carmín de unos labios pidiendo un taxi, o la piel que transparenta un aguacero. Ver con asombro como una banda de música resguardada en los pies de un edificio improvisa una pieza de los Beatles, tal vez ; ob-la-di ob-la-da. La risa de una joven calada hasta los huesos que flirtea con un chico mientras dice que su novio es sargento de marina, o el pliegue elástico del tanga que surge de los pantalones de una treintañera que se inclina para atusarse unos pelos mojados llenos de viento, mientras oscuros nubarrones en las miradas de unas señoras se apuntan a la cofradía del murmullo.
Yo sé que podemos comprarnos un paraguas, vestirnos, peinarnos el pelo que tanto nos estudia y hacerle un cerco a la lluvia. Decidir si quedarme aquí o volver a una casa donde me espera un futuro que apenas me convence. Pero la vida no es vida si encima de las horas no suena una canción para seguir soñando, por eso para protegerme de la tormenta mis ojos buscan respuestas en una calle muerta de frío
Imagino mi futuro en un anciano que se moja en una plaza. Mi pasado en una cajera del Erosky que me mira con ojeras. Mi presente en el sospechoso tabaco que fumo en un antiguo portal. También es sospechosa esta risa que navega ahora mis labios. Quizás fuese un canuto.

*el viernes por la tarde llovía en Algeciras y en mis ojos.

jueves, agosto 09, 2007

en otro presente

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Tal como entra una princesa por las puertas de un palacio. Que alegría verte subir en mi coche con tus vaqueros y el jersey rojo que acabas de comprarte
Una sirena que se sumerge en un asiento -como llevas mojada tantos años en mis ojos- te define de un modo mas exacto
Nos saludamos con esa forma tan despacio que tenemos de mirarnos
Que no te acuerdas del título del libro que vas a regalarme, me dices con una mano apoyada en el salpicadero de mi Seat Ibiza, mientras pasas la otra por encima de mi hombro
Nos tomamos unas copas donde quieras, o le sienta bien a tu pelo las mechas rubias que te has dado ; son cosas que te digo antes de incorporarnos sin prisa a la autovía. Tu mano olvidada todo el tiempo con la mía en la calidez del pomo de una palanca de cambio. Un puente, un semáforo en rojo que cruza a un parque donde has paseado algunas tardes con tu peke, un cambio de sentido que nos hace detener. Apurando cada circunstancia que regula la circulación para hacer un pacto urgente con tus labios o inventar algún gesto de cariño
Como esas palabras que me has dicho al oído hace apenas un momento al aparcar , cubriendo al mismo tiempo el teléfono con las manos porque hablabas con tus padres
Y aún permaneces en mi sonrisa cuando en el escaparate de una tienda de muebles levantas los ojos para mirar una cama con un cabecero que te gusta, el color de un sofá que hace juego con las puertas del salón, y unas estanterías que le vienen bien a una pared. Y sentimos como nos van arropando todos estos utensilios en un piso que poco a poco iremos amueblando; quizás nos llegue para todo si juntamos. Luego no decimos nada y el mundo tiene entonces el valor que atesoran las cosas pequeñas
Y es ahora la perspectiva sinuosa de una calle quien nos arrincona para besarnos junto a la piel de una fachada. Y así, sin nada de particular nos van creciendo los latidos lentamente como invade un tumor de terciopelo
Tal vez porque el amor aún nos señala con el dedo después de algunos años de habernos conocido. Tampoco sé si esto es una explicación del amor, o es felicidad sin pretensiones pero la oscura intimidad de un callejón nos asegura que ya no hay amores como el nuestro
Y metidos ya de lleno en la noche se van cargando de abrazos las palabras, le vamos quitando la razón a la distancia, le vamos dando sentido a los jardines
Y así; tan de la mano, la madrugada va cambiando de canción, las farolas deciden apagarse, se despuebla de gente las aceras
y bailamos con la música mas lenta.

sábado, julio 28, 2007

esencias que se mezclan

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"Que deseos vehementes de volver a decir Jorge Manrique en medio de una plaza" - R. Alberti-

Debemos expresar cada cosa que vemos y que sentimos para que cada una exista y se comprenda. Y si las silenciamos es como si de pronto en el aire se muriese algo que vuela , como una luz que se apague de imprevisto. Es preciso invadir de luz y de sonido a las palabras para que conserven el calor de las bocas que las dicen
El libro de poemas está en el aire y se escribe a su paso por las calles. Y yo he bajado al mundo para relatarte lo que le dicta la vida a este atardecer del mes de Julio, porque seguramente antes de yo escribírtelas para ti no estaban vivas
Contarte por ejemplo que las sombras de los edificios van enfriando el manto gris de la avenida, que el tráfico va despacio, y en el ajetreo de la caída rutinaria de la tarde una joven habla por teléfono, se sienta en un banco y se descalza, un perro olisquea la bolsa de la compra que lleva una señora, un ciego en una esquina pregona una fortuna, un camarero abrillanta con un paño una bandeja, alguien echa una moneda en el sombrero de un músico callejero, y en el decorado de un parque público las parejas se abrazan envueltas en papel de regalo, con el mismo tacto que las enredaderas se apoyan en los muros de Puerta Tierra. Y a todos les une algo : la reconstrucción del mundo en esta tarde, la tarea continuada de mantener la vida en esta calle
Pero
también hay que escuchar con riguroso turno de silencio las cosas que reclaman ser oídas : las palabras de desconsuelo que me revela el hierro oxidado de los balcones que dan al malecón, la melancolía con la que se expresa los soportales de los bares del puerto, la humanizada resignación que me declaran las aceras
Escribir lo que veo, lo que mira la planta baja anegada de mis ojos
Intuir las lecciones de abandono que me da la Luna, que suenan a mentira y son verdad. Percibir el lenguaje del paisaje como esencias que se mezclan
Y me acerco al rompeolas a ver el mar, porque él solo quiere que lo escuche. Y me es inevitable escribir que también formas parte de las salpicaduras de agua salada que se encuentran con mi cara
Y es la Luna la que pronuncia tu nombre, que es como el suyo en cuatro letras, porque como bien sabes yo también necesito escuchar palabras para protegerme de la noche y sus fantasmas.


lunes, julio 16, 2007

indispensable

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Nadie me dijo que ella podía existir en los ruidos de una calle, en las sombras alargadas de los postes telefónicos, o extenderse en los presentimientos de la noche cuando los ilumina los faros de mi coche.
Jamás noté que el camino que elegí para encontrarla fuese un círculo, ni me extrañó no estar cansando cuando el corazón me preguntaba cuando llegaríamos, y yo le hacía un guiño y le decía que en cualquier momento el mundo iba a reventar y estallar de margaritas
Nadie me dijo que los sentimientos cuando no se dan por vencidos se convierten en necesidad. Ni entendí que mi vida era demasiado suya para pertenecerme, y aunque nunca vayamos a encontrarnos agradezco que siga poblando el horizonte, halago su presencia en mis camisas colgadas del armario, elogio su aparición en los sótanos de las camas mas tristes de la tierra. Porque sigue habitando en los murmullos de los silencios cuando viajan al recuerdo de un recuerdo que insiste en ser presente
Y es verdad que los años cubren de tiempo el sentido de las cosas , pero es julio y hace amor, y yo estoy acostumbrado a intimar con sus ausencias y a creerme los secretos que me cuentan los gatos sucios que se alojan en los tejados
Quizás sean los años, una edad, otra forma distinta de quererla, mas mía, mas ajena a todo lo contable, o tal vez sea solo vocación a la dulce sonrisa que convoca
Y para corregir esas distancias no se me ocurre otra cosa que regarle los geranios y sentarme al borde de la cama donde acaba de acostarse, para no despertarla , para no herirle las pestañas, para que comprenda mis silencios y mis abrazos
Y sigo buscando setas en el bosque para escribirle palabras. Y sé que casi todas le pertenecen ya a este amor, como las verdades que firmó de puño y letra en mis cartílagos, como este deseo de olvidarla que se desmiente solo
Tan real como mi hija llamándome ahora al teléfono, como mi direccion: Puerto Real, como la sombra de mis uno setenta y cuatro en la pared de este cuarto de hotel en las afueras de Madrid
De qué manera decirle que puedo morirme de repente dentro de su blusa, que tengo aparcado el mar dentro de mis ojos desde que no me acompaña por las esquinas del frío
Por lo demás existen otros cuerpos, como barcos sin destino, pero todos acaban dándole la razón a su nombre
Compréndeme, hay mucho amor en esa forma suya de serle imprescindible a quien le escribe canciones a la niña que lleva escondida en el alma

* - escuchando " amor se llama el juego" (-Sabina-)

miércoles, junio 13, 2007

sorprendidos

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Ya no tenemos edad para morirnos de amor ni para derrotas con heridas mortales
Del último torneo aún nos sangran las heridas
Por eso los dos nos acomodamos a vivir el presente de una vida con las leyes que tenemos aprendidas. A dialogar tranquilamente bajo los focos luminosos de este bar con dos sillas de la barra ocupadas por nosotros. A no opinar cuando tus amigas te dicen casi siempre, que quieras o no quieras se te ve distinta con ese chico de Cádiz. Y así queremos seguir porque sabemos mucho menos de cariño que de desconsuelo
El tiempo va pasando feliz con sus relojes
Hoy llevas falda nueva y el pelo de colores, estás tan guapa moviendo el abanico que me alejo de ti para mirarte
Y salimos a la ciudad a pasear en la tranquilidad nocturna de un paseo marítimo
Tus pasos y los míos invadiendo las aceras, dos hombros que acostumbran a tocarse cuando nos paramos en los puestos de bisuterías , la importancia con la que atiendes las caricias de mi mano, el valor de vernos reflejados en el cristal de un escaparate , la rapidez de tus rojeces cuando te digo que te miro detrás de los paisajes, o el modo que tenemos de evadir las palabras porque elegimos buscarnos en los ojos
Son cosas que calladamente vamos aprendiendo, tal vez porque llevemos varios meses siendo muy respetables, o porque también somos humanos y nos queremos defender de aquello que sin darnos cuenta empezamos a sospechar, por eso cuidamos tanto las cosas que decimos.
Un beso desemboca en la esquina de mi casa, tu pelo apoyado en el dintel de una ventana donde apoyas la cabeza y ninguno de los dos nos empeñamos en quitar mi mano de tu falda.
Te invito a entrar no pasa nada, ya lo hemos hablado varias veces, una copa , una peli y nos vamos...
Me sigues por la cocina , sonries de pronto y empezamos a entender la voz y los silencios.
Una caricia, un sofá que nos abre sus manos, una colección de ropa en el pasillo
Tú te descompones y me hablas con los ojos cerrados un momento , me besas y te llevas el miedo de tus manos. Un gesto de duda en nuestras caras , ese instante que se cruzan dos miradas, el color del pudor ante la cama.
Una flecha inoportuna encuentra su objetivo un segundo antes de que la puerta del dormitorio se cerrara.
Y una interrogación va despejándose, cuando sorprendidos de amor nos abrazamos.

viernes, junio 01, 2007

parpadeos

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Cae la noche en los portales, la velocidad del poniente en las ventanas y en los bloques antiguos de mi barrio, la luz artificial de las farolas, dos barcos anclados en el muelle, la fachada trasera de un pinar, la humedad en los muros de un castillo, una gaviota bebiendo agua salada. Imagínate también si quieres la Luna de junio flotando entre las olas, mas o menos el lugar donde nací
El deteriorado color de mis vaqueros, el gris sobrecargado de mi pelo, las canciones que esconde mi camisa, la inclinación de mis ojos por los barcos, y la de mis zapatos por un antiguo bar de las marismas
El mármol frío de una mesa, las historias que encierran el vidrio de las copas, el olor a marea sobre el techo, el hueco vacío de unas manos, para llenarlas hará falta mucho tiempo
El aire que levanta mi cabeza al mirar el faro de la costa
Su luz atraviesa las costuras de una vieja red de pescadores , entra por una ventana y corta un espejo en medias puntas, para resplandecer en una chincheta que fija un calendario a la pared
Hay momentos en que todo se comprende, como esa grieta de luz en la tormenta. Son los sentidos extraviados, un golpe de lluvia en el verano.
Salgo del bar y me voy por un sendero de arena fina, camino de Santic Petri
Y como si todo fuera una cadencia : 5 pasos, un pestañeo, el brillo del faro en mis gafas
Por un segundo veo a ese niño con desollones en codos y en rodillas, jugando a piratas, a tesoros, a mapas de la isla
Sigo caminando, el mismo ritmo en las cosas, otro pensamiento
El delantal de mi abuela, su mano tocándome la frente, con ese olor a agua y a jabón
Mi madre cosiendo las heridas de mi ropa, probando la sal de los pucheros, doblando las enaguas, y yo en el rebufo de su falda
Otras 5 zancadas, otro centelleo
El banco, la fuente, mi maestra doña Aurora, el trabajo sin horario de mi padre
Aquella niña de Conil, que cuando me hablaba de las notas del colegio, yo le dije: Sí, ¿pero me das un beso? Sonrió
-Tengo que pensarlo muchas veces
En dos parpadeos se decidió
Mis 20 años vestido de uniforme, mi vida , mis errores. Sellos de realidad inevitables
Hacer balance no es una exclusividad de los ancianos
Hoy hago recuento: un saliente gris en la fachada, una estación, quizás algunos parques

lunes, mayo 21, 2007

algunas veces

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Hay tiendas y sonrisas, nuevos mercenarios del turismo, pechos homologados por Aenor que conocen demasiado sus derechos, miserias que anuncian desarrollos, movimientos de caderas que hacen saltar las alarmas de los bancos, labios que comulgan con ruedas de molino, parejas que tienen prisa, que ya no saben besarse en los jardines
Mientras me decido entre un café o un gin-tonic, un yonqui me pide tabaco y jura sin fe que necesita 2 euros para el bus
Pido voluntario la expulsión del paraíso y agradezco el vacío que contiene el interior de un hotel
Este cuarto con una pared blanca y otra naranja, pugnando por el aire fresco de un aparato de aire acondicionado , me otorga una noche mas tranquila
Hay estrellas temblorosas en el cielo de un techo de escayola
Que fácil es estar en otra parte
Aunque nunca te lo haya dicho , cierro los ojos y apareces descalza y en vaqueros, te recuestas a mi lado y te apoyas en mi pecho, hemos hablado muchas tardes así tú y yo; tus proyectos, mis viajes, aprendiendo los dos a convivir, escogiendo las renuncias, ahuyentando a los fantasmas que crecen a la sombra de una distancia. Y antes de volver a la rutina nos visitaba el amor cerrándonos en un paréntesis de abrazos
Aunque no lo entiendas, para tu asombro, he ido a esperarte algunas veces a la puerta de tu casa, he esperado que subieras al coche , para aparecer de pronto y pedirte una esquina de tu boca , para mirar el mundo con tus ojos, o para volver a nacer cuando te miro.
Algunas tardes al salir del trabajo, hemos paseado por los adoquines mojados de una calle, y al doblar alguna esquina nos hemos besado junto a la oscuridad de una pared, apartándonos de la lluvia
Aunque no lo imagines, o tal vez si, todo esto me ayuda a derribar el muro de las 12 de la noche. Por ejemplo : no sé si te habrás dado cuenta que este viernes al terminar una semana insoportable nos hemos dado la mano en la paz de un mantel en una cena, los dos unidos, extrañamente limpios, en medio de la gente. Y al salir de la comida, antes de coger el coche, bajo la luz fluorescente de un aparcamiento subterráneo, me he acercado a tu cintura, para que escucharas el sonido del amor junto a tu blusa.


* Eloy Tizon, E. Galeano,Bukowski,Oscar Wilde, Garcia Montero....
tbllt

domingo, mayo 13, 2007

la frontera

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Me saludó sin hablar , me sujetó los dedos y me dibujó con un pincel una puerta blanca en la palma de mi mano
La abrió, y desnuda entró por las ventanas mas libres de mi alma
Yo intentaba resistirme: no podía permitir que nadie se introdujera en mi mundo interior, que atravesara mi parte desconocida, mis cicatrices, mi sistema solar, mis galaxias, mi misterio. Pero cuando ella comenzó a internarse yo ya no quería otra cosa, se me erizaba el vello , lo expuse a los vientos, y me aferré a su nombre como a una tabla de naufrago
Traspasó mi epidermis, mi piel : mi frontera
Se encajó en mis venas, en mis vasos capilares, en mis huesos, estudió mi maquinaria, mis fluidos, mis cavidades, mis músculos
Ya conocía mi secreto , y cuando alguien conoce tu enigma y tus límites estás perdido, porque dependes de esa persona, ya forma parte del mapa que llevas dentro, tiene la llave hacia ti
Entonces se escapó por mis ojos en forma de lágrima. Cayó al suelo y fueron emergiendo trocitos de corazón que acababa de arrancarme, los recogió , y al evaporarse el lamento, dejó grabado en el suelo : "mírame"
Y aún hoy sigo pintando con barniz antióxido los bancos de las estaciones, continúo esperando a los trenes que llegan con retraso, como las vidrieras esperan que las arañen las gotas de rocío por la mañana
La veo en el humo del café que me tomo, en las costuras de la vida, en los presagios que me visitan de noche, en los lunes pálidos, en la soledad que me acompaña, en un viento que huele a mar, en un gesto, en una ropa; en una manera de llevarla
La veo vestida de horizonte, en el encuentro de la niebla con un barco, me dicta sentimientos, se enreda con las olas y me propone que siga mirándola, y yo voy construyendo e inventándome seres y lugares que son mi vida, voy dejando frases en las paredes y le mando mensajes de calor con mis lápices
Hace ya tantos paisajes que no la veo, tantas flores que no la huelo, que pienso que una mañana , un día , tropezará con mis pasos vagabundos, me ayudará a mirar, y me dirá: "te necesito"
Te necesito como algunas fechas necesitan canciones, como al mar le hace falta su orilla.

martes, mayo 08, 2007

Interiores

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Interiores urbanos , escalones con lenguas de mármol, ruido de aspiradora, la puerta abierta de su casa , un gesto alegre en su entereza, una habitación cuadrada, una maceta en una columna del pasillo, fotografías de una historia personal, unas manos blancas como la flor de nieve del castaño , una distancia que se quiebra en su apariencia frágil, la humillación que ha dejado el tiempo en sus huesos
Resumo mi vida y la sujeto en el mismo instante que la abrazo
El domingo por la tarde dejé un ramo de rosas en los brazos de mi madre.

sábado, mayo 05, 2007

otra vez la lluvia

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Esquivo la tormenta de esta tarde con un ventarrón azul en mi paraguas
Una acera lavada por la lluvia, un brillo de níquel en los balcones , un cielo condensado en las cornisas
Detengo los pasos un momento, descubro que no llevo provisiones, se me templa el aire en los pulmones, se me llenan las manos de cenizas
Pero aún abro los visillos del recuerdo con pétalos de amor entre mis dedos
Aparto el paraguas de mi cuerpo, las gotas son un sudario que suaviza
Reinvento las sombras en el aire, la luz en las callejas, el tacto, la flor y los sentidos
La forma de tu piel en los naranjos, las gotas se disuelven entre las ramas, recuerdos de hojas verdes en mis labios , el frescor de los frutos en mis manos, como un roce de amapolas y de plumas
Porque llevo un cordel en la memoria, un ovillo de lana de colores, yo sé que me duele cuando escribo que no se apagan los fuegos que encendías
Si pudieras sentir tanta belleza
Si supieras entender que son tus ojos, como una descarga eléctrica de flores.

*volver atras es situarse y uno se sitúa al recordar, si te das cuenta irse es no marcharse de un lugar

domingo, abril 22, 2007

desde el tejado

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Hay una fuerza tensa en el silencio de la ciudad vista desde arriba
Hay un brillo de lluvia derramada
sobre la superficie roja del tejado
Hay un horizonte , un paisaje
un rumor de carreteras y de centros comerciales
Buscamos la felicidad en las cosas que miramos
en los sitios en los que estamos
en el humo del cigarrillo que me fumo
en la plataforma oxidada de una escalera contra-incendios
Es necesario dejar atrás la rutina
para saber contemplar cierta belleza
El secreto consiste en asumir la oscuridad
en mirar la escena desde dentro
en percibir ese íntimo eco silencioso que hace que vuelvas la cabeza
Aprender a oír los cantos de agua en las rejillas del desagüe
a contemplar los gatos maullando en los pretiles
a los pájaros volando en la fachada
Admirar el batir de unas alas de gaviota que se posa en unos cables
o el sonido que produce una pinza al caer del tendedero
Se trata siempre de aspirar a robarle a la vida algún detalle
porque resulta que apreciar es estar vivo
Ya sabes de lo que hablo ;
tarde o temprano acabarás preguntándote que miras
El día de pronto se retira
Por la noche los tejados se despueblan
solo la Luna observa de reojo
Las chimeneas demandan nuestra sombra
Hay suspiros que mueven las veletas
Tu presencia invadiendo las antenas
Tu nombre saliendo de mis labios
Hay peces bailando por mi espalda
Hay pasión en los cristales de mis gafas
Porque el amor comienza en la retina
y luego
no sabe detenerse
Hay una belleza intacta en tu manera
de tender la ropa en la azotea
 .

miércoles, abril 18, 2007

una cierta simetría

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Los muñecos flotando en la bañera, el vaso de leche en la azotea, lanzarme en los brazos de mi madre, y de pronto de aquello hace ya tanto
El perfume del primer beso, tu enamorada sonrisa, mis dos mejillas: en tu cuerpo y en tu memoria , y después el recurso de andar solo
Hay un orden limpio en la conciencia, una cadencia, una cierta simetría
Recuerdos que llegan hoy tan frescos como la ropa tendida en las terrazas
Quizás abril sea eso, detenerme a contemplar, colarme por las ventanas, reconocerte en los tejados, en las mañanas , en las paredes y su cal blanca
Hay formas de caminar y estar parado si crees en la claridad que te precede
Alegría de imaginar mas que de estar , adivinar tu luz en el reverso de una estrella o en la nostalgia de algo que ya ni recuerdo haber tenido
El pecado ahora es no vivir el momento
Porque hay en la mirada un perfil nuevo, un azul desprendido en la retina, y en aire el leve rumor de una voz que me susurra que aún no tengo edad para anclarme en el pasado
Sus cadenas son tan fuertes que ya no quiero regresar, sólo quedarme
Y para que hoy ocurra esto he tenido que soportar el dolor de no alcanzar lo más lejano.

domingo, abril 08, 2007

mientras llueve

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Saber lo que queremos no es tan necesario , pero si saber como lo queremos, por lo menos eso pienso ahora que estoy mas cerca del otoño que de la primavera
Porque todas las circunstancias están en movimiento y algunas crecen sin nosotros, por ejemplo; el calor del beso que dejaste ayer en mi camisa, mi camisa mojada ahora por la lluvia, la contundencia de que el tiempo va pasando y lo que tendrá que ocurrir quedará a voluntad de nuestro riesgo, del deseo de abandonar o de dejarlo prosperar en nuestras manos
Son cosas que observo mientras te espero con las manos en los bolsillos, o me tomo un café en cualquier bar
Un chaparrón se desploma en los tejados, me resguardo de los chubascos en algun hueco, o en el saliente oscuro de un balcón
De pronto uno descubre que la fuerza que vemos en el agua depende de la luz, de la postura, o de la cercanía del faro de algun coche
Somos como esa tormenta indefinida, como esa frecuencia de las gotas sobre el rostro, la manera que tiene el agua de mojarnos, y tal vez de acariciarnos, somos la forma que tienen las calles de mirarnos
Nada ocurre sin motivo : una farola que se enciende y que se apaga según le solple el viento , el goteo de la lluvia en la cornisa, el modo de alternar de los semáforos, las ganas de quedarte o de salir para mojarte
Dependemos del capricho de las cosas, del antojo de un color, de la táctica que utilizes al quitarte los pendientes.

sábado, marzo 31, 2007

me gusta...

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Me gusta idear el contorno azul de tus caderas, me gusta la frase "¿cómo estás bollete?" naciendo de tus labios, me gusta acariciar tu cuerpo con vocales de colores, me gusta lo que callo y lo que sueño, me gustan estas palabras abriendo los telones de mis ansias , me agrada esa verdad que te sigue por las calles, y las 4 estaciones que convergen en tu cuerpo.
A veces eres esa piel adherida a las cosas , otras el zapato perdido de un bebé en una ventana, o esa cancion inolvidable que habla de la ausencia de unas manos , pero siempre me pareces humana a cada instante.
Y yo te imagino con 5 primaveras de adelanto, con esos gestos de amor para las cosas , y sin ese modo avaro de pensar de las personas, algo así al recuerdo que conservo de mi abuela.
Porque quiero que estés conmigo y también que puedas estar en otra parte, que te sientas inquieta de las excavadoras que apagan el paisaje, de la gente muriendo en un espacio de fronteras, de los animales que contienen el aliento al mirar a un cazador que se atreve a dispararles.
Porque te quiero conectada a tus raices , olvidándote de la disciplina de la amnesia obligatoria: ese vivir de espaldas a preguntas y respuestas. En definitiva, que traduzcas el saber y la belleza.
Y para cruzar contigo la barrera de las letras, hazme soñar tu sueño, y me despertaré entendiendo el teorema que descifra el color de las miradas.
Y si alguna vez yo siento tu presencia, vete preparando para la lucha cuerpo a cuerpo.
Yo a cambio no te prometo nada, tan solo crecer con el peso de tu nombre en mis pestañas.

lunes, marzo 26, 2007

la esperanza de las calles

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Horizontales: las carreteras , los coches, y las calles
Verticales: las farolas, los edificios, y su silueta
Atraviesa preocupada por un paso de peatones, con ese miedo de cruzarlo y no hallar nada, con esa tristeza tan pequeña que le cabe en un pañuelo
Y se sienta en un banco que hay en la otra acera, donde la esperanza del encuentro va admitiendo pasajeros
Y allí aguarda a que el semáforo cambie a verde para atravesar otra vez al mismo lado
Y va y vuelve mil veces .Y percibe que su actitud cada vez tiene mas público
La siguen los que quieren fugarse a toda prisa de lo serio, los que buscan entregar sus semillas en algun hueco, los que de su última locura empieza hacer bastante tiempo
Y todos tiene un pensamiento en común : aqui nos falta algo
Tal vez ese beso con memoria que surgió en aquella tarde, o ese nombre que al pronunciarlo cada vez tiene mas letras
Nada hiere mas hondo que la espera, como la nostalgia implacable de los trenes, como esas flores que acostumbran a marchitar sobre los vientres
De repente atraviesa la avenida el olor de algún aroma, y hay un aire de fiesta en los cuerpos destinados a encontrarse
Porque hay que aprender a esperar inventando los momentos, porque al mundo que habitamos hay que injertarle colores
Por eso dibujo unas manos a la esencia del poema que abraza a los confiados a la sombra de sus alas.

viernes, marzo 23, 2007

en el centro de las cosas

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Sigue mis pasos por la casa, curiosea entre los libros y me sujeta la mano para observar mis fotos antiguas
Me habla de aquello que se siente y que se dice, y se sonríe descentrada de mis 20 años en la fotografía de un concierto con pelo largo y en tirantes
Me pregunta por las ciudades que conozco, por los recuerdos que protejo, por la insistencia que ponen los años en los rasgos mas pequeños.
Y le voy presentando los nombres de personas que firmaron en mis heridas, nombres de amigos que no caben en mi boca
Para descifrar su enigma se para en una imagen en la que estoy dando un abrazo, y en vez de preguntar por ella inclina su cabeza sobre mi hombro y se calla por un rato
Intento contarle algo que terminó hace varios años
en un gesto de silencio pone un dedo sobre mis labios
Ella, escondida en sus verdades, también ha sobrevivido al rigor de no quejarse
Porque la vida es ir levantado banderas para sobrevivir a los inviernos que se instalan en las venas
Y en el extraño mecanismo de lo que se afirma para fijar el presente
me abraza y me murmura: "y tu y yo en el centro de las cosas".

*Leyendo a Garcia Montero, Eloy tizon, Vicente Gallego.
Os recominedo la lectura de velocidad de los jardines de Eloy Tizon, ¿quien dijo que cortazar había muerto?

jueves, marzo 22, 2007

Herida

Herida está en la carretera mojada y a la intemperie con el alma al descubierto y vulnerable
En el corazón lleva un anuncio conciso:" estoy perdida"
Clava en el aire un gemido de dolor y de tristeza
La vida le queda grande como el traje de un payaso, le tiendo mi mano para hallar una respuesta
En sus ojos con sangre lleva escrito un destino trazado de antemano, y en su lomo el impacto de las ruedas de un camión. Pido ayuda, y obtengo ese desprecio a todo ser moribundo que tiene la intención de empezar a levantarse. ¿Dónde queda la ternura de proteger algo que sufre?
¿Dónde la delicada urgencia de una especie en extinción?
Animales desorientados que transitan en los arcenes por la insolencia de unas tijeras que le acortan el manto verde a la falda de los montes
Me quito mi venda de taparme , recojo a esta criatura con mis dos manos, e introduzco en mi coche el pro y el contra
Boca que escupe sangre a la sombra de una autopista, y me parece que llego tarde a una consulta de provincia. En la camilla de una sala, un veterinario con una mano le sujeta una garra, con la otra le clava una aguja con una dosis elevada de calmantes, y un reloj marca el minuto de lo que tarda en sucumbir esta gineta
Llego a casa con un dolor de los pies a la cabeza. Enciendo la tele y obtengo un examen de conciencia : un desodorante me garantiza relaciones sexuales, descubro que el amor está subido a un BMW, y que los mejores poemas están escritos en un cheque
¿Quién está pariendo tantos zombis?

domingo, marzo 18, 2007

A ellos...

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A usted que ha sentido la amargura de llegar tarde al dolor.
A la viuda que maquilla la ciudad para disimular sus grietas.
Al nostálgico que camina hacia atrás, pero el tiempo le puso una gasolinera en aquel parque.
A la joven que un extintor le apagó los claveles.
A los que bajan la cabeza, cierran los ojos, y se rien... y de aquello hace ya miles de años.
A los solitarios que miden el tiempo en ausencias al cuadrado.
A los ancianos que quieren a fuego lento.
A los comprometidos que aplauden a los árboles y les silban a la vida eterna.
Al profano que nadie le enseñó a frotar la lámpara.
A los que quieren a alguien un 1% mas que se quieren a ellos.
A los que buscan, a los que esperan, a los que intentan hablar y las calles siempre estan comunicando.
A los desamparados que no quieren venganza ni justicia.
A los aventureros que derraman las pocas lunas que les quedan.
A ti.
Una flor se abre y te señala con un pétalo. Es primavera.

domingo, marzo 11, 2007

Algo debe tener.

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El autobús de la linea 7 es el que me lleva a un pueblo de la costa.
Con el pretexto de visitar un castillo, después había quedado con Lucía para tomar algo por la tarde.
Ella vive sola con su hija y vende en el mercado tomates y champiñones a precio de hierbabuena. Se las arregla para hacer mil cosas a la vez. Tiene un invernadero, una historia que camina al mismo ritmo que sus pasos, y tiene el don de desdoblarse sin dejar de estar entera. La vida urbana poco tiene que ver con sus costumbres. No le gusta las aglomeraciones, ni las copas en los locales de moda, le gusta el pan , el agua fresca y los olores de las calles navegables de su aldea.
Y la veo sentada en una mesa del único bar del vecindario, me da la mano con la misma elegancia que después me invita aun café con dos pasteles. Me presenta a su hija que está casi iniciando la adolescencia ; la saludo, y a continuación le habla a la madre con voz baja, se dan la mano y la deja en una casa que tiene un balcón con dos geranios. Luego damos un paseo por su pueblo, notamos en la nuca miradas de señoras de luto haciendo penitencia en las ventanas, oimos un perro que ladra; son las 7 de la tarde en el campanario de una iglesia. Una mujer interrumpe nuestros pasos y le pregunta por mi: " el debe ser...." yo me paro y me sonrojo cuando intento sortear sus consecuencias, para cambiar de conversación, le expreso la persistencia que pone el tiempo en el verdín de los tejados...Nos reimos , nos vamos, y me transporta a un mirador donde se contempla el mar , la sierra, y una dehesa. Me habla de agricultura, de piensos, de veredas, del labrador que llega cansado cada tarde del trabajo, de todo aquello que conoce, de todo aquello que ha vivido, y va por la vida llamándole a cada cosa por su nombre. Bajamos apresurados por una calle empinada, al terminar me dice con la voz algo cansada: "vete acostumbrando a caminar por estos callejones inclinados ". Las mejillas se le ponen de un rojo a punto de explotar , se desabrocha un botón de su camisa, respira, y se da cuenta de lo que acaba de anunciar. Después me lleva a dar una vuelta en su coche por una carretera comarcal que rodea unas salinas. Un concesionario Renault nos equivoca el camino, la noche poco a poco se encarama en las puertas metálicas de los talleres de chapa y pintura, y ella para el motor... Me mira con su carga de cultivos y de soles, me regala el color gris que reflejan sus dos ojos , y una noche irrepetible nos sorprende justo en el tiempo que ella tarda en decidirse.
Para entenderme en su idioma tendré que reestudiar los poemas y los lugares, la gente y sus costumbres, aprender que las rosas no hacen ruido al crecer, que es hermosa la luz sobre las piedras del camino, que también puede ser prodigiosa la oscuridad que contienen los polígonos industriales.
Algo debe tener esta chica que se resiste al adjetivo. Algo debe considerar para tener la osadía de creer en mi.
Algo debe tener este día que empezando nos encuentra , que terminando nos junta, que despidiéndose nos inicia.