lunes, febrero 26, 2007

5º bajo cero

Rasgos de mi vida que rescato, para darles alguna luz, para darles color y darles brillo. Recuerdos que están vivos
A mi me llegaba la nieve por los tobillos y casi no sabía andar, que podía conocer un joven del sur de esos fenómenos atmosféricos. Ella se reía y le costaba trabajo dejarse coger de mi mano, luego sin embargo las observaba como si no fuesen nuestras, decía que tenía la sensación de que todo el mundo nos miraba
Apenas podía verla mas de una vez a la semana. Yo cumplía los 21, estaba en un destacamento militar en las montañas y la había conocido haciendo la mili en esa ciudad del norte. A ella no podría describirla porque no lo entenderíais, solo diré que tenía 17 años y que era tan preciosa como los amaneceres que escondían sus pestañas
Me parece estar viendo la cara que puso cuando la esperé a la puerta del instituto donde estudiaba, no creo que me haga mucho bien acordarme ahora de todo esto
Entonces media España se manifestaba contra la reconversión industrial y Argentina lloraba a Cortázar
Yo ya no tachaba los días en el calendario. Y pasaron los meses viéndonos los sábados y bailando en alguna discoteca, no pensábamos en nada mas, simplemente vivíamos ese tiempo, dejándonos llevar por todo aquello.
Andábamos por mayo cuando me licencié, ese fue el único día que nos reímos seriamente.
El sonido de una lágrima cayendo en una estación y su decoro adolescente para decirme : "merece la pena intentarlo, ven a verme si esto es de verdad"
Evoco y admiro el resplandor que alcanzó ese día al verla marchar tan decidida sobre el desdibujado suelo de los andenes, como las luces de los coches que vienen en sentido contrario, como la música que la contenía
Luego el viaje en tren a mi tierra, terminar con mis estudios, el verano...
Empezamos a vivir un tiempo frío y diferente, pero el moho de la memoria me fue clavando mis pretéritos perfectos
Empecé a imaginarla en el cielo que yo veía en una playa. Seguía la trayectoria de su aroma por los mapas. Añoraba las montañas
Y cuando no sabes las respuestas, lo mejor es improvisarlas
Entonces asumí mis deseos, y regresé a esa ciudad
Tengo clavado en el alma aquel reencuentro. El frío de aquel día doblando las esquinas, su imagen de febrero con guantes y con bufanda, sus rizos asomados por el gorro de lana. Mirándome alegre pero muerta de miedo dijo algo que me alivió la intemperie ; ya no había razón para dudar, su cara se sonrojaba por esa demostración.
Aquella tarde, en el paraíso, hacía 5 grados bajo cero.

7 comentarios:

May dijo...

Miguel!!! Qué te habrá dicho por Dios-gato??!!!! jejeje.
Hermoso como siempre!!!
Besis!!!!

LA CAÑA DE ESPAÑA dijo...

Aprovecho que blogger a dejado de putearme durante cinco minutos, permitiendome comentar en otros blog, para decirte que ha sido una de las lecturas más bonita que he tenido la suerte de saborear en mucho tiempo.
Y lo siento por tí: porque a los romanticos os duele más la soledad que al resto de los mortales... y esos meses debieron de ser durisimos.
Un abrazo caballero, un abrazo.

Waiting for Godot dijo...

Hermoso, simplemente hermoso!

Unknown dijo...

Un recuerdo hermoso y magnífico... Me encantó leerte.

Patricia Angulo dijo...

¡¡¡Miguel me dio amor leer este relato!!!

Qué delicia que alguien te recuerde asi.

Besos

Laura Pando dijo...

Creo que he leído este texto unas 5 veces desde que lo publicaste. Me quedo un momento pensando en qué pasaría después, en el resto de la historia y luego, con un poco de pena, me doy cuenta de que quizás sea mejor quedarse sólo con un pedacito, con el más bello y seguir alimentando la esperanza. Seguir viniendo aquí a respirarte sin intentar atrapar tu aire no sea que al contacto con la realidad se ensucie...

Un abrazo fuerte, Miguel

*Mariana* dijo...

es una de las historias de amor con final feliz mas bien descritas que he leido... tan precisa, tan corta, tan ideal y tan cercana... simplemente feliz!

te cuidas

c.ya!ºº