miércoles, junio 13, 2007

sorprendidos

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Ya no tenemos edad para morirnos de amor ni para derrotas con heridas mortales
Del último torneo aún nos sangran las heridas
Por eso los dos nos acomodamos a vivir el presente de una vida con las leyes que tenemos aprendidas. A dialogar tranquilamente bajo los focos luminosos de este bar con dos sillas de la barra ocupadas por nosotros. A no opinar cuando tus amigas te dicen casi siempre, que quieras o no quieras se te ve distinta con ese chico de Cádiz. Y así queremos seguir porque sabemos mucho menos de cariño que de desconsuelo
El tiempo va pasando feliz con sus relojes
Hoy llevas falda nueva y el pelo de colores, estás tan guapa moviendo el abanico que me alejo de ti para mirarte
Y salimos a la ciudad a pasear en la tranquilidad nocturna de un paseo marítimo
Tus pasos y los míos invadiendo las aceras, dos hombros que acostumbran a tocarse cuando nos paramos en los puestos de bisuterías , la importancia con la que atiendes las caricias de mi mano, el valor de vernos reflejados en el cristal de un escaparate , la rapidez de tus rojeces cuando te digo que te miro detrás de los paisajes, o el modo que tenemos de evadir las palabras porque elegimos buscarnos en los ojos
Son cosas que calladamente vamos aprendiendo, tal vez porque llevemos varios meses siendo muy respetables, o porque también somos humanos y nos queremos defender de aquello que sin darnos cuenta empezamos a sospechar, por eso cuidamos tanto las cosas que decimos.
Un beso desemboca en la esquina de mi casa, tu pelo apoyado en el dintel de una ventana donde apoyas la cabeza y ninguno de los dos nos empeñamos en quitar mi mano de tu falda.
Te invito a entrar no pasa nada, ya lo hemos hablado varias veces, una copa , una peli y nos vamos...
Me sigues por la cocina , sonries de pronto y empezamos a entender la voz y los silencios.
Una caricia, un sofá que nos abre sus manos, una colección de ropa en el pasillo
Tú te descompones y me hablas con los ojos cerrados un momento , me besas y te llevas el miedo de tus manos. Un gesto de duda en nuestras caras , ese instante que se cruzan dos miradas, el color del pudor ante la cama.
Una flecha inoportuna encuentra su objetivo un segundo antes de que la puerta del dormitorio se cerrara.
Y una interrogación va despejándose, cuando sorprendidos de amor nos abrazamos.

viernes, junio 01, 2007

parpadeos

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Cae la noche en los portales, la velocidad del poniente en las ventanas y en los bloques antiguos de mi barrio, la luz artificial de las farolas, dos barcos anclados en el muelle, la fachada trasera de un pinar, la humedad en los muros de un castillo, una gaviota bebiendo agua salada. Imagínate también si quieres la Luna de junio flotando entre las olas, mas o menos el lugar donde nací
El deteriorado color de mis vaqueros, el gris sobrecargado de mi pelo, las canciones que esconde mi camisa, la inclinación de mis ojos por los barcos, y la de mis zapatos por un antiguo bar de las marismas
El mármol frío de una mesa, las historias que encierran el vidrio de las copas, el olor a marea sobre el techo, el hueco vacío de unas manos, para llenarlas hará falta mucho tiempo
El aire que levanta mi cabeza al mirar el faro de la costa
Su luz atraviesa las costuras de una vieja red de pescadores , entra por una ventana y corta un espejo en medias puntas, para resplandecer en una chincheta que fija un calendario a la pared
Hay momentos en que todo se comprende, como esa grieta de luz en la tormenta. Son los sentidos extraviados, un golpe de lluvia en el verano.
Salgo del bar y me voy por un sendero de arena fina, camino de Santic Petri
Y como si todo fuera una cadencia : 5 pasos, un pestañeo, el brillo del faro en mis gafas
Por un segundo veo a ese niño con desollones en codos y en rodillas, jugando a piratas, a tesoros, a mapas de la isla
Sigo caminando, el mismo ritmo en las cosas, otro pensamiento
El delantal de mi abuela, su mano tocándome la frente, con ese olor a agua y a jabón
Mi madre cosiendo las heridas de mi ropa, probando la sal de los pucheros, doblando las enaguas, y yo en el rebufo de su falda
Otras 5 zancadas, otro centelleo
El banco, la fuente, mi maestra doña Aurora, el trabajo sin horario de mi padre
Aquella niña de Conil, que cuando me hablaba de las notas del colegio, yo le dije: Sí, ¿pero me das un beso? Sonrió
-Tengo que pensarlo muchas veces
En dos parpadeos se decidió
Mis 20 años vestido de uniforme, mi vida , mis errores. Sellos de realidad inevitables
Hacer balance no es una exclusividad de los ancianos
Hoy hago recuento: un saliente gris en la fachada, una estación, quizás algunos parques