sábado, julio 28, 2007

esencias que se mezclan

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"Que deseos vehementes de volver a decir Jorge Manrique en medio de una plaza" - R. Alberti-

Debemos expresar cada cosa que vemos y que sentimos para que cada una exista y se comprenda. Y si las silenciamos es como si de pronto en el aire se muriese algo que vuela , como una luz que se apague de imprevisto. Es preciso invadir de luz y de sonido a las palabras para que conserven el calor de las bocas que las dicen
El libro de poemas está en el aire y se escribe a su paso por las calles. Y yo he bajado al mundo para relatarte lo que le dicta la vida a este atardecer del mes de Julio, porque seguramente antes de yo escribírtelas para ti no estaban vivas
Contarte por ejemplo que las sombras de los edificios van enfriando el manto gris de la avenida, que el tráfico va despacio, y en el ajetreo de la caída rutinaria de la tarde una joven habla por teléfono, se sienta en un banco y se descalza, un perro olisquea la bolsa de la compra que lleva una señora, un ciego en una esquina pregona una fortuna, un camarero abrillanta con un paño una bandeja, alguien echa una moneda en el sombrero de un músico callejero, y en el decorado de un parque público las parejas se abrazan envueltas en papel de regalo, con el mismo tacto que las enredaderas se apoyan en los muros de Puerta Tierra. Y a todos les une algo : la reconstrucción del mundo en esta tarde, la tarea continuada de mantener la vida en esta calle
Pero
también hay que escuchar con riguroso turno de silencio las cosas que reclaman ser oídas : las palabras de desconsuelo que me revela el hierro oxidado de los balcones que dan al malecón, la melancolía con la que se expresa los soportales de los bares del puerto, la humanizada resignación que me declaran las aceras
Escribir lo que veo, lo que mira la planta baja anegada de mis ojos
Intuir las lecciones de abandono que me da la Luna, que suenan a mentira y son verdad. Percibir el lenguaje del paisaje como esencias que se mezclan
Y me acerco al rompeolas a ver el mar, porque él solo quiere que lo escuche. Y me es inevitable escribir que también formas parte de las salpicaduras de agua salada que se encuentran con mi cara
Y es la Luna la que pronuncia tu nombre, que es como el suyo en cuatro letras, porque como bien sabes yo también necesito escuchar palabras para protegerme de la noche y sus fantasmas.


lunes, julio 16, 2007

indispensable

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Nadie me dijo que ella podía existir en los ruidos de una calle, en las sombras alargadas de los postes telefónicos, o extenderse en los presentimientos de la noche cuando los ilumina los faros de mi coche.
Jamás noté que el camino que elegí para encontrarla fuese un círculo, ni me extrañó no estar cansando cuando el corazón me preguntaba cuando llegaríamos, y yo le hacía un guiño y le decía que en cualquier momento el mundo iba a reventar y estallar de margaritas
Nadie me dijo que los sentimientos cuando no se dan por vencidos se convierten en necesidad. Ni entendí que mi vida era demasiado suya para pertenecerme, y aunque nunca vayamos a encontrarnos agradezco que siga poblando el horizonte, halago su presencia en mis camisas colgadas del armario, elogio su aparición en los sótanos de las camas mas tristes de la tierra. Porque sigue habitando en los murmullos de los silencios cuando viajan al recuerdo de un recuerdo que insiste en ser presente
Y es verdad que los años cubren de tiempo el sentido de las cosas , pero es julio y hace amor, y yo estoy acostumbrado a intimar con sus ausencias y a creerme los secretos que me cuentan los gatos sucios que se alojan en los tejados
Quizás sean los años, una edad, otra forma distinta de quererla, mas mía, mas ajena a todo lo contable, o tal vez sea solo vocación a la dulce sonrisa que convoca
Y para corregir esas distancias no se me ocurre otra cosa que regarle los geranios y sentarme al borde de la cama donde acaba de acostarse, para no despertarla , para no herirle las pestañas, para que comprenda mis silencios y mis abrazos
Y sigo buscando setas en el bosque para escribirle palabras. Y sé que casi todas le pertenecen ya a este amor, como las verdades que firmó de puño y letra en mis cartílagos, como este deseo de olvidarla que se desmiente solo
Tan real como mi hija llamándome ahora al teléfono, como mi direccion: Puerto Real, como la sombra de mis uno setenta y cuatro en la pared de este cuarto de hotel en las afueras de Madrid
De qué manera decirle que puedo morirme de repente dentro de su blusa, que tengo aparcado el mar dentro de mis ojos desde que no me acompaña por las esquinas del frío
Por lo demás existen otros cuerpos, como barcos sin destino, pero todos acaban dándole la razón a su nombre
Compréndeme, hay mucho amor en esa forma suya de serle imprescindible a quien le escribe canciones a la niña que lleva escondida en el alma

* - escuchando " amor se llama el juego" (-Sabina-)