viernes, diciembre 28, 2007

y no importa

9 comentarios
Es aguanieve lo que cae en esta tarde fría de diciembre
Su particular manera de cerrar el paraguas y saludarlo, el gesto que le pone al abrir distraida el bolso y ofrecerle un cigarro
Y luego es la sensación de estar solos entre la gente al entrar en una cafetería
La importancia de permanecer juntos es la que los une en una mesa desde donde se oye levemente el sonido de la lluvia. Piden dos cafés y la opción de no elegir silencio
El orgullo de su cara al pronunciar su nombre o recogerse en la intimidad de su voz cuando en su idioma le cuenta que le habla a toda su familia de él, como cuando por teléfono le presentó a su hermana pequeña que en las calles de China sobrevive
Y también es esa rebeldía que lleva certificada en sus labios, su bufanda celeste salpicada por sus hombros, su pelo corto reluciendo en el brillo de la noche, su maleta de viaje siempre abierta. Se le ve tan viva, tan deliciosamente siempre viva
Y no molesta que si él es de aquí y ella de miles de kilómetros, o que hablen idiomas diferentes, porque están por encima de las etnias, de los seres que pretenden ocultarse tras las máscaras de las desemejanzas.
Se miran, se contemplan, se observan.
Y él escribiendo en una servilleta le enseña a corregir acentos, a pronunciar un te quiero con la boca abierta, igual que se abre un abanico.
Se preguntan cosas con la mirada, y siempre opinan lo mismo : somos lo que entregamos
Y es la calle quien le ofrece su mejor sonrisa, y se ríen de las dudas: de la manía que tienen de lastimar por las esquinas de la vida
Tan diferentes los dos. Pero supongo que ya sabes que hay caminos distintos que llevan a sitios parecidos
Por eso se aprietan fuerte y saben hacia que lado tienen que inclinar sus confianzas, y los mensajes de sus ojos los ponen en sus oídos y los traducen, con el descaro que tienen las profecías saliendo de sus bocas
Se rescatan y declaran: “ vámonos de aquí
Y huyen de los mensajes navideños, de la ira de los escaparates, de los humanos que se agolpan a la entrada de los comercios, de la gente que no prometen nada después de sus orgasmos.
Escapan de los caminos señalados de antemano y se dejan vencer por la carga descomunal de sus afectos. Y van escribiendo una historia de amor entre dudosos
Y cuando caminan de la mano infinidad de cosas se ponen a funcionar a causa de ellos.

lunes, diciembre 17, 2007

que sea tranquilamente

6 comentarios
Las reliquias numeradas de un billete de tren archivado entre las páginas de un libro
El calor dejado en un resguardo, una fecha luchando contra el frío
Hay formas de irse y formas de volver
No siempre hay viajes de regreso, y no siempre que se viaja se llega a algún lugar, pero siempre hay lugares intermedios, asientos húmedos en los jardines que nos hacen transitar para inventar el sueño de volver. Si estás sentado leyendo un libro y lees la palabra mar, olerá a mar , y si lees estación, se oirá salir el tren
Palabras que suplantan a la vida y penetran de memoria en su destino, aunque luego las palabras se van y el mar y la estación se quedan
Abrir un libro y encontrar un tique tienes estas cosas . Decían los griegos que los seres humanos se dividen en tres grupos: los vivos, los muertos y los navegantes
Y la conciencia nos dice que hay ciudades guardada en la retina, con un olor a flores que se pudren, con esa intensidad que adquieren los pensamientos en los bancos de los parques , porque sabes exactamente en donde te va a doler
Por eso, si algún día nos volvemos a encontrar, que sea tranquilamente
Tal vez en un pueblo del sur con casas humildes, con su mar alegremente plantado delante de los ojos, o en esa plaza de tu ciudad donde caen en otoño las hojas acorazonadas de los chopos sobre los mosaicos que dibujan el pavimento.
El reloj amable en una torre me dirá que falta poco
Iré contando mis pasos, que dulce será decir tu nombre y seguir caminando hacia tu encuentro, divisarnos tibiamente y quitarnos el frió de la ausencia
Me mirarás regresando, sonriendo en un paso de peatón, prometiéndonos un abrazo cuando un color se ponga en verde
Sentiré el lujo del calor de tu mano por las calles, y como quitándole importancia a estos años apoyaré mi mano en tu hombro al preguntarte por esas gotas de miedo que salpicaron tu salud, o al contar una anécdota divertida, y a tí se te derramará la risa de cada primavera
Las estrechas callejuelas se tomarán la libertad de arrimarnos mientras esperamos el golpe que empuje nuestras bocas.
Sera agradable tomarnos algo en algún bar decorado con fotos de unas fiestas singulares, ya sabemos las costumbres de los sitios en que vivimos, o detenernos en una esquina para decirnos que todo sigue ardiendo como entonces
Amaremos incomprensiblemente a la gente que se cruza a nuestro paso
Le hablaremos de nosotros sin ni siquiera dirigirles la palabra
Será todo muy sencillo y luminoso. Abriremos bien los ojos : los dos ya aprendimos que existen los abismos
Y cuando todavía en sorpresa nos miremos frente a frente; algo dentro de mí en actitud de ofrenda palpitará
Las palabras ya no servirán, solo el gesto de que alcances con tu mano lo que es tuyo

jueves, diciembre 06, 2007

imaginando ventanas

4 comentarios
Han cambiado las farolas de los jardines por unos focos más potentes, de una luz amarilla que ilumina un reino de perturbados
El ojo de una cámara de seguridad vigila todos los pasos
Hace fresco en el patio, con ese viento de poniente que cruza las tardes de los otoños de Algeciras
Ella navega abatida, con una ilimitada huelga de afecto, pisando unos charcos en donde no se reconoce reflejada
Camina buscando un rostro que la mire entre las visitas que entran por la verja de un hospital de salud mental, o tal vez unas manos que le cierren las puertas del invierno
Los silencios le duelen más que las palabras a un corazón anestesiado, perdido en la inocencia de sus sueños, que solo se consuela contando los latidos que le faltan para detenerse.
Nadie hasta ella se acerca, gente que la ignoran igual que a un paseante. Mirándola se diría que se puede naufragar en tierra firme. Y otro día que se cubre de musgo
El relente humedece sus pestañas, en sus ojos el cielo despejado de diciembre garantiza más frío
Dan las siete de la tarde en el reloj de un edifico y suena un silbato, como el de un tren que vuelve a irse
Casi en fila, héroes sin hazañas, historias de pasos derrotados que tratan de conservar su dignidad, y también esos ojos están dejando de reconocer las cosas que suceden a su lado
La sientan a cenar en una mesa. Lo mejor del día : una tortilla francesa con una loncha de jamón york
Intentando comer con un tenedor que sostiene al revés sobre su mano
Tal radicalmente sola y perdida que la presencia de su cuidadora no altera lo más mínimo su soledad. Mastica la comida despacio, con la misma levedad que un hilo de su saliva cayendo plato
Habitación 115, un pasillo larguísimo, recorriéndolo lentamente, arrastrando los pasos, acariciando con la yema de los dedos el relieve de la pared
En su muñeca, una pulsera de plástico que con unas letras escritas a rotulador le aseguran su nombre
En su conciencia, recortes de su vida que a duras penas están sobreviviendo
Y tiene suerte; estos recuerdos se han hecho fuertes porque en algunos momentos de sus años todos sus sentidos reclamaron ser vividos. Son los pájaros cautivos de la mente
Algo así como una pequeña ventana por donde entra el ruido de aquellos días: las lecciones de química y geografía que aprendió en una cama, el balcón en donde él intuía su regreso los días de lluvia, no hacia falta que llamara al timbre, la sorprendía feliz abriéndole la puerta, todo su empeño en cogerle la cintura y envolverse en su oído; así se comentaban sus jornadas de trabajo
También por esa abertura le llega la mirada recién nacida de su hijo primogénito cuando la matrona lo acomodó sobre su pecho
O mucho antes, la tarde que se arriesgó a dar ese abrazo que le confirmó el color de lo que llevaría por bandera
El resto de su historia no existe para ella, se quedó ardiendo en su propio tiempo: la adolescente de la mochila temblando igual que un trozo de piel bajo la lluvia en ese beso eterno que duró un segundo, la pincelada breve de sus veinte años, las dudas que todos sentimos alguna vez, los paisajes secretos que nos levantan los ojos del vacío, el dolor, la verdad, el olor de lo perdido, el profundo arañazo de los celos, la noche del Estrecho y sus delfines
Testimonios de mundos que eran suyos y que su razón ha destruido
Qué escalofrío dan las memorias que se apagan en un instante, y querer recordar sin saber ni que ni cuando ni que cosa
Hace ya tres inviernos que la cordura le quitó el pasaporte, le dio las buenas tardes y la invitó a marcharse
Por eso siempre pasea con su foto de boda en el bolsillo, para defenderse de lo poco que le queda y hablarle, como hablan las mentes desubicadas y misteriosas
Mañana por la mañana bajará otra vez al patio y volverá a mirar con paciencia a algún extraño y le preguntará —como hoy me ha preguntado a mí— si podría decirle a su marido que la llame cuando regrese de trabajar
No sé si estuvo bien o estuvo mal que se me llenara la boca de sies
Con un golpe de agradecimiento movía la cabeza. Para ella la paz debe ser ese recuerdo
Quizás sufriera Alzheimer o estuviese loca, no puedo decírtelo, como tampoco puedo decirte porqué salió el sol de pronto al mediodía
Más bien estaba enferma de futuro, porque sentada en la esquina soleada de un banco, rascándose las manos y con una convencida sonrisa, se puso a esperar. Y es que su frágil mente además le sugiere que todo es posible, y es admirable desear a alguien así, tan inútilmente
También vino a consolarle este jueves, la suave costumbre que tienen las flores de resplandecer en los jardines de los psiquiátricos.