lunes, octubre 13, 2008

en ruinas

De un tiempo a esta parte las cuchillas de afeitar me están durando demasiado, la vida se me llena de putadas y le crecen muros a mis empeños
Y es que voy siempre a todas partes cargado de exigencias, me desconcentro con todo lo que no sea una palabra, con todo lo que no sea una certeza, como con esas ventanas de mentira que se pintan en las fachadas
Nombro las cosas y cierro el puño de las manos, me asfixia tanto quedarme sin recursos. Y para colmo mi cafetera humea con pronósticos de lluvia
Estoy en plena incertidumbre con mi rostro a punto de quebrarse
Y voy teniendo la manía de ir pintando fronteras por las baldosas de la cocina, tan solo para cruzarlas y sentirme extranjero
Qué triste se está poniendo todo esto
Teniendo en cuenta lo anterior, creo que es necesario darnos la mano, aunque sea un ratito, darle una vuelta a la manzana ; el mundo así tiene un significado diferente
Es preciso caminar los dos por una calle, ya verás que nos reciben las aceras con los bordillos abiertos, o compartir la picadura de una medusa en la playa de Conil
Pasear juntos y llenar de memoria a los ancianos que se asoman a los balcones de las casas de VPO , como si el pasado de ellos dependiera de nosotros
No sé , un minuto si acaso, compartir un poco de luz, ese trocito de sol que penetra por las rendijas del banco del parque , esa tenue claridad de las 7 de la tarde en el aire feliz de tus vaqueros
Cualquier rasguño leve, para sentir el agua que te lava , el frío de la colonia, o el tacto de la yerbabuena en tu bolsillo
Y morirme de pie como los árboles
Para usar más las cuchillas de afeitar
Para
decir que todo esto lo vi cogido de tu mano


3 comentarios:

LA CAÑA DE ESPAÑA dijo...

¿De verdad conoces a alguien que lleva hierbabuena en los bolsillos?:
¡Qué placer!
Yo, a veces, salgo a calle sólo por salir, por no pasarme todo el día en casa a la luz de la pantalla del ordenador.
Pero cada vez me gusta menos el gentío y más la soledad compartida. No soporto las discotecas (lo que me gustaban antes) y sí las calles estrechas por las que pasear con una mano agarrando las mías...

Patricia Angulo dijo...

Entonces nunca le sueltes la mano.

Me he emocionado leyéndote, y deseo que el aire de las siete de la tarde te ayude que los días vayan mejorando por allí.

(es un texto de una nostalgia bellisima, no quería irme sin decírtelo)

Besos

Carmen dijo...

Me ha gustado, sobre todo, la parte donde dices poner fronteras en las baldosas de la cocina sólo para transpasarlas. Eres único escribiendo. Un abrazo grande.