lunes, diciembre 29, 2008

preparada para el frío

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Paseando por la humedad resbaladiza de las callejuelas del puerto
donde las arañas que vienen de serie con las esquinas
van tejiendo la última hoja del almanaque
El cuello vuelto de mi de jersey, mal planchado
Mi muestrario helado de páginas en blanco
Un café caliente y un croissant hacían noche en mi estómago
Yo llevaba las luces de mi abrigo encendidas
Por eso la vi, por eso la seguí
Salía del cine como todos los viernes
Iba alumbrando los adoquines de las calles que pisaba
sé que se cambiaría de acera
porque es su costumbre pasear por los escaparates del centro
Ocupé un asiento muy cerca de ella en una cafetería
movía pensativa la cucharilla de su taza de café
con mi torpeza no me atreví a empezar una conversación , preguntarle :
Cómo se hiberna
Cómo se mira una Luna tan fría
Cómo se abre una ventana cuando tienes los dedos congelados
Llamó al camarero para pedirle la cuenta
de su monedero se le cayeron dos monedas
me agaché a recogerlas y me encontré con su mano, como quien toca un canasto de mimbre
detrás de su mano estaba ella
pero sobre todo estaba su mirada
y no es que fuera guapa ni hermosa
pero vivía preparada para el frío
Tan tímida y tan torpe
que cuando le rogué que aceptara mi noche de diciembre como regalo de reyes, se quedó un rato detenida al final de la frase
Mirándome hasta desangrarme, dijo:“¿acaso no sabes que está helando? sin separar su boca de la mía
Escolté por las aceras el jarro de luz que desprendía su cuerpo
Después ya podéis imaginar
Mis labios haciendo futing en sus rodillas
los sonetos tatuados debajo de su espalda
la poesía saliendo de sus muslos
El amanecer se llenó de estrellas para hacernos creer que aún era de noche
pero ella estaba preparada para el frío
Se marchó sujetándose la mañana en el pelo
con su mano acariciando mi hombro
detrás de su mano se fue ella
Pero sobre todo se fue su mirada:
Intensa , como las flores que mueren el mismo día que florecen
Intrépida, porque se llevó en los ojos todo el invierno para ella sola
Indecente eso me dijo al besarla medio desnudo en la puerta, con la voz poblada de campanas

* Os dejo este texto sin héroes , sin intención, es sólo un gesto literario
los cafés por la noche, con el estómago vacío, también suelen dejar resaca

domingo, diciembre 14, 2008

me ocurre

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Me ocurre que pierdo con frecuencia las llaves de la casa
que ya no se ver nada sin mis gafas
con una herida vago por la ciudad
como un coche buscando aparcamiento
la tarde había pasado no me acuerdo si con un zumo de arándanos o con un
En las farmacias de guardia compro pastillas
para curarme de los buitres que me vigilan por dentro
porque me duele la vida como me duelen los perros callejeros
En la consulta privada de la mesa de un bar
me diagnosticaron alta:
la tensión arterial
la úlcera de duodeno
el factor reumatoide
Y es que sigo siempre los mandatos del presente del verbo amar
que me aconseja practicar sexo oral con las hipérboles
llevar la boca siempre abierta aunque me entren muchas moscas
beber muchos mojitos por la deshidratación que aún me produce la arquitectura de sus piernas
Tampoco sería justo que mi futuro se olvidara de mi
el tiempo siempre guarda en los bolsillos un trébol de cuatro hojas
capaz de abrir un margen de optimismo
como lo abre el sonido de la línea del desfribrilador cuando la vida regresa
Entre tanta tragedia, entre tanto escombro, puede brotar un resquicio de emoción
como una concesión a la lealtad de pensar en los recuerdos
que me irá separando las manos de mi abrigo
hasta encontrarme con las suyas
Recogeremos nuestras historias del suelo
nos atreveremos a contar lo que siente el corazón de cada uno
seremos desgraciados y felices a los pies de la vida
Y ya no hará falta
el silencio para pensar en ella
los trenes sin amor
los libros de poesía
Porque los poemas estarán por ejemplo:
en los catálogos de Ikea donde rimará sofá con pasión
en el sonido de un pan que se comparte
en una mano que trabaja o acaricia
en un libro de cocina destapado en tarta de manzana
en la sala de espera de la clínica de un dentista
Y nos abrazaremos por cualquier motivo
Nos besaremos solo por la fuerza irresistible del color blanco sintético de sus empastes

miércoles, diciembre 03, 2008

para decirle adiós

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Integraba como nadie la soledad y el tabaco
esquivo y vagabundo
taciturno y apagado
como esos faroles que nadie se ocupa de encender
Se le habían ido casi todos
solo su hermano José le hacía un poco de compañía
Fue uno de esos marineros condenados a jubilarse
cuando otras embarcaciones de pesca, utilizando explosivos, acabaron con los peces
A la una y media de la tarde se dirigía al comedor social
y allí aguardaba pacientemente la hora de la comida; ajeno al calor, ajeno a la lluvia
siempre era el primero en entrar
Por las mañanas esperaba que abriese la cafetería “el 44”
a las 6,30 estaba de pie en la puerta
Un café manchado, una ración de churros y una copa de coñac
Luego su costumbre de las tragaperras
Le había dado por perder a casi todo
y cuando lo hacía lo hacía en serio
Conocía de memoria; los túneles, los semáforos en rojo y las grietas de la calle
Pero también yo lo he conocido
soltando las amarras de su barco de pesca
sin borracheras, sin heridas, sin arrugas en la frente
con su mano abierta hacia levante, emprendiendo la ruta de los viejos navegantes
con la compañía de las gaviotas que decoraban los palos de su vela
La única conversación larga que tuve con él fue hace unos años, cuando
me lo encontré en la sala de espera del médico de cabecera
como de costumbre tenía el primer número
-¿qué pasa Ramón?
-aquí andamos
y me contó cosas :
de arañas grises, de almas derrumbadas, de viento, de tristeza
Era su viaje final , y creo que lo sabía
Hoy en cortejo fúnebre se lo llevaban al cementerio
Y quiero nombrar uno a uno a todos los que iban acompañándolo:
Manoli, la pescadera
La dependienta de la pastelería
donde iba los domingos muy temprano a comprar dulces de nata
Su hermano José, partido de dolor, llorando discretamente
Lola, la monja
Dos pescadores jubilados con el diario de Cádiz debajo del brazo
Tres mujeres de negro
Su hija Isabel, ya de luto
Sus dos sobrinos, Eduardo y Laura
El padre de un servidor
y yo
También había una calma
muy parecida a la luna silenciosa de los charcos que pisaba
Y delante de todos ; Ramón
manteniendo su indiscutible número uno