miércoles, febrero 18, 2009

delicado ecosistema interior

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Lo he envuelto en una gran red de pescadores
He dado instrucciones al patrón de la vieja barcaza del muelle para que lo remolque mar adentro
para que lo suelte en mitad de la bahía, a merced de las mareas , del viento, y de la sal
Pesaba ya varias toneladas
Me era imposible llevarlo conmigo

abrocharme la camisa o apoyarme en la barra de algún bar

Yo lo he visto hundirse y volver resurgir
lo he visto reconstruir cosas increibles

luchar en una guerra que la cabeza había dado por perdida

gritar un nombre con mas fuerza que la garganta de un ser humano
Y a pesar de su gran lastre siempre lo supe pequeño

Por eso lo he dejado flotando como una isla; elevado sobre el mar

para morir de la manera que él me había pedido
Mojado de agua salada casi no se le nota que está llorando
Las gaviotas que se le posan encima le picotean sus rotas arterias
como cuando una vez dejó que el amor le mordiera en el lugar mas cotidiano
en el de menos armadura
El vuelo de un ave migratoria le hace inventarse cosas
Se imagina; luces, ventanas, valles, montañas que mi ciudad no tiene
Piensa en viajes, en encuentros, en estaciones

en conversaciones que nunca concluyeron
en abrazos que desobedecieron a las fechas de caducidad
en la forma de los sueños dibujados con tiza
en lo calentita que tenía la aurícula izquierda cuando la miraba

Muy pronto conocerá la verdad de las creencias suyas no adulteradas

el Reiki, el Karma, o la teoría de la reencarnación:

esa probabilidad que le permita viajar muy lejos y anclarse en otro corazón
en el que por primera vez en su vida se sintió par
Y mientras va dejando de latir

en lo único que piensa el muy tonto

es que tendría que guardar un paraguas en su equipaje

por si acaso está lloviendo
cuando ella salga del trabajo

Y yo no quiero recordar
quien es el dueño de este frágil ecosistema interior