martes, agosto 25, 2009

presentida desde siempre

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Se parecía tanto a la palabra amor
que no me sorprendía verla transformarse en la Venus de Botticelli
tomándose una cocacola
o acariciando a un perro en una calle de Madrid
No paraban de crecerle flores en sus encías
ya no le cabían mas Lunas llenas en los bolsillos
Pero muchos años antes de todo esto yo ya la sospechaba
Cuando una vez en Navidad pasé una semana en la sierra
mientras la gente se juntaban en las cenas y jugaban a la amistad
y no sé muy bien porque me fui
tal vez huyendo de algo
o quizás para desencontrame conmigo
y me pasaba las horas mirando el cielo
o pensativo observarndo cómo al mojar el azucarillo en el café subía por capilaridad
Luego volvía y seguía con mi vida
seguía parándome en los puentes para ver pasar el agua
O cuando en mi infancia mi madre me decía que no saliera a la calle después de comer
y yo salía a escondidas ; me iba a un kiosco y me compraba un polo de naranja
después jugaba con un gato en una playa
le daba de comer algunos cebos que utilizaban los marineros para pescar
luego me sentaba en el muelle y se subía a mi cuello
entretenido, al lado del mar, me llovían los julios
La sucesión en las cosas adquirían un ritmo vertiginoso
y yo suponía que la vida era eso
En fin, esto era así, jamás pude entender tanta velocidad
pero yo veía en ella un calendario, un reguero de migajas, una meta
Hasta que una mañana la conocí
y sentí por primera vez la sensación de no querer estar en otro sitio
solo era cuestión de que me diera la mano
entonces volvía aquella imagen del gato, del cielo
la del café subiendo por el azucarillo
sentía el frescor del polo de naranja, el del agua corriendo por el puente
convencido mucho tiempo después de que todo tenía por fin un sentido
Ahora es muy fácil precisar que en cada cosa que yo hacía
ya se estaba anunciando
y ella era eso, y mucho más

sábado, agosto 15, 2009

y si puede ser...

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Y si puede ser, que esté lloviendo
que ella surja corriendo del fondo de la calle y
que haya un bar abierto en la otra esquina
que yo me siente en la barra al lado suyo
y cuando le diga buenas noches
que ya me esté diciendo adiós desde sus ojos
que me hieran sus fragmentos de tristeza y que yo no intente descubrirla
que al salir del bar, ese muro cerrado e impenetrable
haya abolido la única forma que conoce de estar sola
para luego emerger delante de mis ojos
que ese momento no se parezca en nada a Venecia y sus amores
que solitariamente, en tonos grises, crucemos las calles
y las aceras se hagan cada vez mas estrechas
que solo nos iluminemos por la luz que ella convoque
que el tibio aliento de su boca vaya en sentido contrario al de la duda
y si es posible; que sea noviembre y que aún siga lloviendo
que mojados sea el mejor comienzo para empezar a conocernos
La extraña manera que tiene el amor de parecerse a una gota de lluvia