miércoles, septiembre 15, 2010

al despertarme

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Recuerdo que al despertarme
la miraba fijamente
le quitaba
de la boca un cabello
y a ella le abrumaba
la forma que tenía de bajar por su cuerpo
sintiendo la subida
Me duchaba para ir a trabajar
su mano me enviaba un beso desde sus labios
a contraluz en la ventana
Por la tarde, desde el rompeolas, veíamos caer el sol
las farolas del malecón, al encenderse
murmuraban cosas de nosotros
y temíamos mucho que llegara el otoño
porque ella iba a abandonar la playa
Yo comenzaba a quererla otra vez
bajo el color triste de mi paraguas
Ella se moría de frio durante el invierno
en una cabina de teléfono

lunes, septiembre 13, 2010

buscando razones

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Es un tipo normal que se lava los dientes dos veces al día
que cuando era pequeño hacía caquita en un orinal
y ahora de mayor
le gusta comer churros, o te da la mano y te pregunta "¿cómo estás?" o "mañana nos vemos a las ocho"
y está lleno de pecados por los que sí se va al infierno
como ya te dije al principio es un tío normal
y eso lo hace especial
Vive en uno de esos barrios donde siempre huele a potaje
la música de la radio sube por los patios
y junto a los coches paren los gatos callejeros
Me recibe en el descansillo y me invita a una Coca-Cola Light con unos cacahuetes de la marca Hacendado
sentados en el sofá y con los pies sobre la mesa me cuenta que aún sigue enamorado de esa chica
que se parece tanto a la que da el tiempo en Canal Sur
Es verdad que se parece, yo la conozco, es muy guapa
y además tiene un buen culo
y me enseña una foto que le hizo con el móvil antes de que pudiera taparse la cara con las manos
Le ha dado largas una y mil veces cuando intenta ir un poco más allá:
protegerla del frío, abrazar su cuerpo o darle un revolcón
dice que no sabe que hacer
que su ilusión está adquiriendo color sepia
que está buscando razones para vivir
para programar la lavadora
o encender el despertador todas las noches
Pero ella está tan viva que vive por él
y por cualquiera que se encuentre en su radio de influencia
Sentado enfrente de sus penas me cuenta:
que los lunes se salta el desayuno y el espejo
para ver desde lejos sus mojadas mechas rubias
que conoce su vida como conoce la carretera nacional IV
y bajando la voz para confiarme un secreto
me afirma que yo soy el único que lo comprende
quizás sea porque yo también sospecho que las princesas existen
o tal vez porque he leído muchas veces el capitulo 68 de Rayuela
pero eso él no lo sabe
—Si necesitas algo me llamas, a la hora que sea, Miguel, tú me llamas— me dice antes de despedirnos
Luego se ducha , se peina, se pone unas gafas de sol de pasta negra
para parecer otro y procurar que nadie la reconozca en él
Se monta en el coche y conduce cinco kilómetros hasta un parque
que hay muy cerca de donde ella vive
Mientras se come un helado de dos tristes bolas de nata observa a unas palomas
que se hacen arrumacos en la hierba
Allí sentado espera un rato por si a ella le da por ir
porque por internet le confesó que lo peor que le puede pasar en esta vida es que la dejen sola en un columpio
Con nueve letras por delante y con las manos pringosas
se va de vuelta a casa
En un semáforo le compra a un africano
un paquete de clinex
saca dos pañuelos
y con uno de ellos se limpia las manos