lunes, mayo 02, 2011

el polvo que se asienta en la palabra rutina

A veces abre el grifo del fregadero, deja correr el agua caliente
y mete las manos cuando el agua sale casi hirviendo
otras veces las pone directamente sobre la cafetera
en la que acaba de hacer café descafeinado
Ha descubierto que no siente dolor con estas cosas
Un lloro breve mientras barre la cocina
le hace descubrir que ella es todo:
es la cisterna que no cierra
es el grifo que gotea
es la falta de amor en el guiso de lentejas que está preparando
Pequeños detalles que la invitan a morir
ritos habituales que le recuerdan
que se está muriendo de pena
Se pregunta en qué momento dejó marchar la vida
tal vez tuvo la culpa aquella puerta
que no se atrevió a cerrar, el trabajo que rechazó el año pasado por motivos personales
o la mudez de una despedida en la que la palabra
tenía que haber acabado con el silencio
Es horrible este cuadro
verla así : muriéndose en sus repeticiones
asomada a la barandilla de la madurez
donde no logra ver el final del túnel
Lo único que se le ocurre es golpearse las manos
con el rodillo de amasar
y se las golpea
y se las vuelve a golpear
No percibe dolor alguno, sin embargo
no soporta el polvillo que levanta
la rutina de los días visitando su mirada
La conspiración de toda la casa contra ella

3 comentarios:

Pato dijo...

Cuantas veces me siento así, cuántas...
Mi palo de amasar es este teclado al que golpeo día tras día y a veces me golpea él a mi.
Qué interesante esta palabra "rutina" me prestás palabra y blog para mi programa de radio?
Esta vez te pregunto, pero no te espero, tomo este silencio de ahora en el que vaya una a saber qué estás haciendo, por un si.

Besos

Dharma dijo...

Es triste y desgraciadamente relaista este escrito tuyo.
!Cuánta gente se siente así!
y sin embargo yo creo que asomarse a la barandilla de la madurez no tiene que ser triste si se han ido acumulando experiencias; aprendiendo que sólo estamos aquí de paso y que de nosotros depende hacer agradable ese tiempo. No siempre es posible, desde luego, y hay ratos que uno se siente mal, pero aún en estado de tristeza u enfado genuinos hay cierta belleza. La rutina tiene, como todo en la vida, su polaridad.
Un abrazo

LA CAÑA DE ESPAÑA dijo...

No sé. A veces deseo el remolino y a veces la calma, e intento disfrutar de los dos en su momento, no añorarlo cuando ya ha pasado.
Respecto a lo que comentaste en mi blog: ¿Otra vez el Rocio? ¡Por dios, ya ha pasado un año! Espero que no recojáis ningún caballo muerto por la estupidez del "burro" que lo montaba en esta ocasión.